‘La Mataviejitas’ asesina y depravada sexual

Nacida el 27 de diciembre de 1957 en Epazoyucan (México), Juana Barraza Samperio tuvo una infancia disfuncional marcada por el asesinato de su hermano mayor y por una madre alcohólica que la “regalaba” al mejor postor para que abusasen sexualmente de ella a cambio de unas cervezas. “Cuando tenía 11 años mi mamá le dijo a un señor que era joven, pero yo tenía 11 años y para mí era un señor de 26 años. ‘Dame unas cervezas y te llevas a mi hija’”, contaba Juana. Y recordaba que “cuando él abusó de mí, me tuvo que amarrar en la cama para poderme tocar”.

Aquella dramática experiencia fue el motivo que llevó a Juana a convertirse en una asesina en serie años después. O por lo menos, así lo justificaba ella.

Poco más se sabe de la vida de Juana salvo que, hasta que cometió los asesinatos, estudió enfermería, o al menos, adquirió ciertos conocimientos médicos, trabajó en el comercio, como la venta de palomitas de maíz, e incluso, fue luchadora profesional de lucha libre bajo el pseudónimo de ‘La Dama del Silencio’.

Una vez que salía del cuadrilátero, Juana se disfrazaba de enfermera o de trabajadora social del Gobierno, y se ganaba la confianza de mujeres de la tercera edad que vivían solas. Para que el engaño surtiera efecto, la criminal llevaba siempre consigo un estetoscopio y un carnet falso, y animaba a sus víctimas a que se apuntasen a un programa social para personas mayores. Todas la abrían la puerta sin vacilar, pero una vez en el interior Juana actuaba con gran violencia.

El modus operandi era muy similar en todos los asaltos: la asesina golpeaba fuertemente a las ancianas, en ocasiones también las apuñalaba y abusaba sexualmente de ellas, y para cerciorarse de que estaban muertas, terminaba por estrangularlas con el estetoscopio. Después, desvalijaba la vivienda y huía sin dejar rastro.

La primera víctima de Juana fue María de la Luz González Anaya, de 64 años, el 25 de noviembre de 2002. Cuatro meses después mató a Guillermina León, de 84 años, y hasta diciembre de 2005, la mexicana cometió otros 46 asesinatos más, en función de los datos policiales recopilados. El último se produjo el 25 de enero de 2006 cuando apuñaló y estranguló a Ana María de los Reyes Alfaro, de 84 años. Sin embargo, el inquilino de la anciana -la homicida creía que vivía sola- entró en el preciso instante de su huida.

El hombre avisó de inmediato a la policía y describió a la responsable del homicidio: se trataba de una mujer con las mismas características físicas que el busto del supuesto serial killer, vestía una blusa roja y portaba un estetoscopio al cuello. El amplio despliegue policial llevó a la rápida detención de la autora del crimen de Ana María en la colonia Moctezuma. Tenía 48 años y sus huellas estaban por toda la casa.

Durante su declaración, Juana justificó su lo ocurrido alegando una “necesidad económica”, pero en cuanto los agentes la presionaron un poco más, la detenida encontró otra razón de peso. “Yo odiaba a las señoras, porque mi mamá me maltrataba, me pegaba, siempre me maldecía y me regaló con un señor grande”, afirmó.

El juez la encontró culpable de 17 homicidios y de robo agravado, y fue sentenciada a 759 años de prisión. “No estoy de acuerdo, es injusto, no voy a firmar nada. Voy a apelar porque no estoy de acuerdo, y ahí está Dios y sabe que no soy yo, porque siguen matando viejitas”, declaró la propia Barraza tras conocer la condena. Agencias