La soledad de Jeanine: sin partido ni aliados y con un juicio

El 12 de noviembre de 2019 llegó al Palacio de Gobierno  en hombros del movimiento cívico cruceño, flanqueada por su partido  Demócratas, también de Santa Cruz, y con el visto bueno de los líderes opositores.

La imagen de la senadora de Beni, prácticamente desconocida, era como un bálsamo para gran parte de los bolivianos, después de las 48 horas de furia -con saqueos, quemas de viviendas y marchas con gritos de “¡guerra civil!”-  desatadas junto con la renuncia de Evo Morales a la presidencia y del resto de sus correligionarios, a quienes les correspondía la sucesión constitucional.

El país que había soportado 21 días de movilizaciones en contra del fraude  en las elecciones del 20 de octubre, y tras los conflictos tras la renuncia de Morales,   estaba al borde del abismo ante el vacío de poder…

Así asumió Jeanine Añez, segunda presidenta de la Cámara de Senadores, la Presidencia de Bolivia de manera constitucional. Y vinieron los reconocimientos de gran parte de los gobiernos de la región  y de otros continentes a su mandato, junto al apoyo de diferentes sectores: Jeanine estaba envuelta en apoyo, pero, sobre todo, tenía junto con  ella a esos   compañeros con los que había formado un cuadro en la Asamblea Legislativa con el que ejercieron una importante fiscalización al gobierno de Evo Morales.

Se trataba de los senadores Arturo Murillo, Yerko Núñez y Óscar Ortiz, quienes llegaron al Senado con  Unidad Demócrata, la alianza entre Unidad Nacional y Demócratas. Dos de ellos  pasaron a ser parte de su gabinete: Murillo como ministro de Gobierno y Núñez inicialmente como ministro de Obras Públicas y posteriormente  como cabeza de la cartera de la Presidencia. Mientras que Ortiz se mantuvo en principio en la Asamblea, facilitando acercamientos con los parlamentarios del MAS, que ahora eran la oposición.

“Ortiz siempre estaba presente en las reuniones de Gabinete, pese a que no era ministro y no tenía ningún cargo en el Ejecutivo”, señala una persona cercana al gobierno de Añez.

Y a pocos días de cumplirse un año de  su llegada al Gobierno y a horas de entregar el mandato al MAS, esas circunstancias cambiaron radicalmente. La presidenta Añez ya no cuenta con el apoyo del movimiento cívico cruceño, no tiene el respaldo de su partido; los líderes políticos opositores la responsabilizan del curso de los actuales acontecimientos y de sus tres compañeros del Senado sólo quedaron dos a su lado.

A esto se suma que sobre ella pesa la posibilidad de un juicio de responsabilidades impulsado por el MAS. Añez es apuntada como responsable  de haber dictado resoluciones contrarias a la Constitución, incumplimiento de deberes, genocidio, asesinato, lesiones graves, lesión seguida de muerte, asociación delictuosa, privación de libertad y desaparición forzada de personas.

EL ALEJAMIENTO DE LOS CÍVICOS

¿Cómo Jeanine Añez terminó perdiendo el respaldo del movimiento cívico? Jerjes Justiniano, primer ministro de la Presidencia, aclara que nunca le quitaron el apoyo, sino que “fue ella la que les dio la espalda” cuando dejó establecido que “no eran gente de su confianza”.

Justiniano ocupó la cartera de la Presidencia en representación del movimiento cívico cruceño y fue un actor fundamental en las jornadas de pacificación de Bolivia que vinieron después de la asunción al mando de Añez. Sin embargo, después de  21 días de iniciado ese proceso fue destituido por razones que hasta ahora él mismo indica desconocer. Sólo tiene claras las palabras que Añez pronunció cuando lo alejó del cargo y puso en su lugar a  Yerko Núñez.

“Ella dijo:  ‘Ahora necesito rodearme de gente de mi entera confianza’, ¿demostraba así que nosotros no éramos de su entera confianza?, ¿que el señor Núñez era de su entera confianza?”, expresa Justiniano.

Después de su destitución vino la renuncia de Roxana Lizárraga al Ministerio de Comunicación,  cuota que los cívicos tuvieron en el gobierno de Añez.

El exministro Justiniano sospecha que fue apartado del Gobierno, y con él el movimiento cívico, porque durante las jornadas de pacificación negoció con los diferentes sectores involucrados la posibilidad de acceder a espacios del Gobierno.

“Los movimientos sociales, políticos,  sindicales y laborales buscaban algún tipo de participación en el Gobierno y asumimos esa posibilidad y cedimos algunos espacios; pero con el paso del tiempo, primero se destituyó a mi persona,  luego se hizo lo mismo con todos los otros cargos que habían sido consensuados  y todo quedó sin efecto porque ella (Añez) dijo que el país ya estaba pacificado”, señala.

SIN PARTIDO

Jeanine Añez llegó al Senado en representación del partido Demócratas de Rubén Costas; sin embargo, se conoce que su relación con el Gobernador cruceño se había deteriorado, al extremo de que no fue tomada en cuenta en las listas de candidatos que el partido presentó para las elecciones de 2019, con Óscar Ortiz como candidato a la presidencia.

“Tenían diferencias antes de las elecciones de 2019, incluso con Ernesto Suárez, que fue su impulsor en Beni”, señala una fuente cercana a Demócratas.

Cuando Jeanine llegó a la presidencia más de uno pensó que las diferencias se zanjarían pero eso no ocurrió; todo lo contrario. Óscar Ortiz -que era prácticamente el único lazo entre ella y Demócratas- fue alejado del Gobierno transitorio. Ortiz había dejado  su papel en la Asamblea Legislativa para asumir el Ministerio de Economía.

“Entiendo que ya decidieron designar a otra persona (en el cargo), con lo cual he venido a dejar limpio mi escritorio”, declaró Ortiz al poner en evidencia los términos de su salida del Gobierno. Y dejó claras sus razones:  “Diferencias profundas” respecto a la determinación del ministro de Gobierno Arturo Murillo, de revertir a manos privadas las acciones de la Empresa de Luz y Fuerza Eléctrica Cochabamba (Elfec) nacionalizadas en 2010.

Ortiz admitió entonces que tuvo roces con Murillo, otrora su gran compañero en el Senado, igual que Yerko Núñez y la misma Jeanine.  “Murillo y Ortiz eran muy amigos pero acabaron en muy malos términos”, comentan cercanos a los dos exsenadores.

LA CANDIDATURA

De acuerdo con  versiones que trascendieron del entorno de la Presidenta, las diferencias con  Ortiz también se dieron porque él no estuvo de acuerdo con la decisión de Añez de renunciar a su candidatura a la presidencia, factor que la llevó a perder también el respaldo que en cierta medida le mostraron los líderes opositores al inicio de su mandato.

Uno de esos líderes es Carlos Mesa, de Comunidad Ciudadana, que en las elecciones del 18 de octubre se posicionó como la primera fuerza opositora en la Asamblea Legislativa, en la que  se decidirá si Jeanine es o no sometida a juicio de responsabilidades. En las últimas horas Mesa  señaló a la Presidenta como una de las responsables de la victoria  del MAS, que el domingo volverá a tomar el poder después de haber sido acusado de fraude electoral.

“El Gobierno de transición equivocó su rol, traicionó su mandato de presidir y garantizar unas elecciones limpias y entregar el Gobierno al ganador, y decidió ser protagonista postulando a la presidenta Jeanine Áñez como candidata, lo que generó una falsa expectativa sobre sus opciones”, sostuvo Mesa.

CONFIANZA EXCESIVA

En el epílogo de su mandato, muchos perciben a Jeanine Añez en soledad, sin partido, sin aliados y sin respaldo. En el mensaje que brindó ayer, tras la última sesión de su gabinete, entre sus ministros sólo se vio a Yerko Núñez, uno de los tres compañeros que forjó cuando era senadora, pero se sabe que Arturo Murillo se mantiene a su lado.

“Son la gente de su entera confianza”, dice  Justiniano. “Pero recordemos que Núñez se vio envuelto en temas que tenían que ver con corrupción. Recordemos el uso de  vuelos en aviones del Estado, de lo que nunca se le pidió explicaciones y por lo que Jeanine no hizo nada”, añade.

Respecto a  Murillo, sobre su gestión como Ministro de Gobierno pesan acusaciones por la compra con supuesto sobreprecio de agentes químicos para la Policía y  se lo responsabiliza, entre otros casos, por la intención de revertir las acciones de la nacionalizada Elfec, que  no sólo provocó la salida de Ortiz del Gobierno, sino del procurador José María Cabrera y la renuncia de los ministros de Desarrollo Productivo, de Economía Rural y de Trabajo.

Cabrera acusó a Murillo de haber influido ante Añez para su salida del Gobierno y le atribuyó un gran poder  en el Ejecutivo. Agencias