El fútbol, la televisión, Julio Grondona, Pablo Escobar, Sergio Jadue, Pablo Neruda, el FBI, la FIFA, los Premios Oscars. En El Presidente, la recientemente estrenada miniserie por Amazon, se cruzan todos esos mundos. Es un recorrido por una historia impactante y también un viaje por Latinoamérica no sólo por la relevancia que el fútbol tiene en la región, sino por las personas involucradas en la historia y por las diversas nacionalidades de los actores elegidos para interpretarlos.
En la dirección general está el argentino Armando Bo, director de los films El Último Elvis y Animal y ganador del Oscar al mejor guión por Birdman. El proyecto narra, en un tono excedido y satírico los entretelones del FIFA Gate, el escándalo de corrupción de la FIFA que revolucionó el mundo del fútbol. El tono es arriesgado y poco usual para este tipo de productos pero tal vez sea el único posible para contar este delirio de corrupción y ambición. El caso explotó cinco años atrás y en él tuvieron una participación fundamental los principales dirigentes de las federaciones sudamericanas. A la cabeza de ellos estaba Julio Grondona, el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino por más de tres décadas y vicepresidente de la FIFA. Llamado también el co-conspirador número por la investigación oficial.
El Presidente elige seguir los hechos, pegarse a los personajes reales. Como siempre en este tipo de obras siempre hay desvíos de la realidad que son exigidos por la tensión dramática. Pero acá cada persona se llama como en la vida real, lo que permite que el espectador se meta de lleno en esta historia.
La narración es excesiva al igual que los hechos en los que se basa. ¿Es una serie sobre fútbol a pesar de que el juego, los partidos no sean el centro? Por supuesto que sí. El fútbol moderno tiene muchas dimensiones. Y dos de ellas, de las principales, son los negocios y la política.
Con esta miniserie Amazon sale a pelear el mercado latinoamericano a Netflix. La apuesta es alta. Pareciera, a priori, que El Presidente es el producto adecuado para ello. Un caso real que atravesó todo el continente relacionado con el deporte (el espectáculo) más convocante y movilizante, encarnado por actores de gran relevancia de las más diversas nacionalidades latinoamericanas.
El narrador de la serie es Julio Humberto Grondona. Pareciera una elección muy audaz, ya que quien cuenta la historia está muerto. Peo podríamos decir que es hasta una decisión clásica, un recurso utilizado en Sunset Boulevard (El Ocaso de una estrella), película de Billy Wilder en la que la voz en off era la del personaje de William Holden que estaba muerto.
Grondona fue presidente de la AFA (Asociación del Fútbol Argentino) durante 35 años. Su mandato atravesó gobiernos de todos los signos políticos y de todas las legitimidades. Asumió durante el Proceso Militar y murió, todavía en el poder poco después del Mundial 2014. Su manejo fue discrecional. La palabra clave en su trayectoria es poder. Lo construyó sin importarle los medios a emplear. Figura omnipresente modeló el fútbol argentino a su imagen y semejanza. Pero no se conformó con eso. A mediados de la década del noventa comenzó su ascenso en la FIFA. Algunos sostienen que fue a partir del doping positivo de Diego Maradona en el Mundial 94 y la actitud de Grondona de no pelear por él y seguir paso a paso lo indicado por el organismo madre del fútbol mundial. Pronto llegó a ser vicepresidente de la entidad. Su alianza con Joseph Blatter se convirtió en indestructible.
Julio Grondona era quien manejaba las finanzas de la FIFA. Muchos sostenían que si alguien quería obtener algo, debía consultar al dirigente argentino, obtener su visto bueno aunque él no hablara ni entendiera ni una palabra en inglés. Él era quien detentaba el poder (otra vez el poder). De ferretero en un suburbio de la Provincia de Buenos Aires a manejar el dinero de la FIFA, una entidad con un presupuesto mayor al de muchos países. Y en uno de sus dedos el célebre anillo, que no sirve como ostentación ni como recuerdo familiar, sino como declaración de principios (más para los demás que para él): Todo pasa.
La elección del actor que lo encarnara era una de las claves en las que se jugaba el destino de la miniserie. Grondona fue un personaje demasiado popular como para que el personaje no se pareciera a él. Lo verosímil de El Presidente se asentaba en ese jugada de casting. El parecido físico, la voz grave pero pausada, el tono de condescendencia permanente, el hastío a punto de explotar.
El elegido fue Luis Margani, actor argentino cuyo primer protagónico en Mundo Grúa, la ópera prima de Pablo Trapero, recibió unánimes elogios hace dos décadas. Un mecánico de autos nacido en Sicilia que debutó en la actuación a los cincuenta años. A partir de ese éxito del cine independiente, Margani actuó en películas como La Fuga o Forajidos de la Patagonia y en varios éxitos televisivos en su país como Graduados, Resistiré y Tumberos. Con 71 años Margani recrea a Grondona y consigue transmitir los matices de un personaje complejo.
El peso dramático de la historia recae en el personaje de Sergio Jadue, el ex presidente de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional de Chile (ANFP). Jadue obtuvo el cargo casi de forma casual. Era el presidente Deportes La Calera, un club chico, sin demasiada tradición, que recién había ascendido a la Primera División. Mezcla de coraje, inconsciencia, ambición, desparpajo y suerte, a los 31 años pasó a comandar el fútbol de su país. Fue quien se animó a desplazar a Marcelo Bielsa de su puesto como entrenador de la Selección trasandina. A partir de ese momento logró establecerse en el poder. De ahí pasó a la Conmebol; en dos años era uno de los vicepresidentes de la entidad. Entre los gerontes ya establecidos y acostumbrados que lideraban las asociaciones de fútbol de otros países, él parecía inocente y tenía todo para aprender sobre los manejos de ese mundo. Tuvo su momento de gloria cuando Chile gano su primera Copa América, de local, y bajo su mandato. También consiguió que Chile obtuviera la organización del Mundial sub 17. Aprendió rápido del modelo de Grondona. Su reelección en la ANFP fue casi automática: no tuvo lista opositora. Pero muy poco después explotó el escándalo. Jadue al principio intentó negar los cargos aunque pronto se convirtió en testigo protegido y en colaborador de la investigación para conseguir mitigar su pena. En la actualidad espera en Estados Unidos ser juzgado.
En El Presidente es encarnado por alguien ya habituado a estas lides. A interpretar a personajes reales de gran impacto en producciones de enorme difusión en Latinoamérica. Al joven dirigente chileno le da vida un colombiano, el actor Andrés Parra. Después de brillar en El Patrón del Mal como Pablo Escobar Gaviría, se puso en la piel de Hugo Chávez en El Comandante y el año pasado integró el elenco de La Odisea de los Giles, el film con Ricardo Darín y dirigido por Sebastián Borensztein. Habituado a trasladar a la ficción a figuras reales de alto impacto, Parra supera con creces las dificultades que podrían haber causado las diferencias de edad entre él y el Jadue real. La caracterización es perfecta. El cabello al costado de la cabeza, la calva alargada en el centro, la sonrisa en la que convergen la ingenuidad y el cálculo.
Luis Herberto Bedoya era el otro vicepresidente de la Conmebol en 2015. Comandaba el fútbol colombiano desde 2006. Fue uno de más de los dirigentes de fútbol latinoamericanos cuya vocación de perpetuidad en el cargo fue demolida por el FIFA Gate. Bedoya, después de que se destapó el escándalo, se entregó en Estados Unidos. La sentencia de su juicio se aplazó ya en siete oportunidades. Se sospecha que la causa es que el ex dirigente (suspendido por la FIFA de por vida como los demás involucrados) sigue brindando información a la justicia norteamericana sobre la trama de sobornos ara la organización de torneos y por los derechos televisivos de los mismos. La Justicia ya probó fehacientemente que el colombiano cobró al menos cuatro millones de dólares en coimas. Por su aspecto físico (el cabello abundante, los bigotes) y su efusión es uno de los personajes más histriónicos en la miniserie que además se sirve de algunas internas para oponerlo, como contrafigura, al ascenso de Jadue.
En El Presidente a Bedoya lo interpreta, en otro enroque de nacionalidades, el chileno Luis Gnecco. Un actor muy prestigioso que hizo de Pablo Neruda en la película de Pablo Larraín y participó en los films No (nominada al Oscar) y en Una mujer fantástica (ganadora de la estatuilla a mejor film extranjero). En el cine argentino participó en El Ángel como padre del criminal argentino Robledo Puch. De profesión biólogo se dedicó a la actuación desde muy joven. El año pasado en Los Dos Papas encarnó a un cardenal.
José Hawilla es otro engranaje clave de esta historia. Dueño de la empresa Traffic, fue quien manejó los hilos de las transmisiones televisivas y sus derechos del fútbol de la Conmebol por más de un cuarto de siglo. La fuente del dinero. El empresario que debía ser seducido y el que estaba en connivencia con los dirigentes deportivos.
Abogado de profesión se dedicó al periodismo deportivo. En 1980 pasó a detentar los derechos televisivos del fútbol brasileño y la explotación comercial de su mayor capital, la selección de fútbol de ese país. De ahí saltó al continente. Cuando se conoció la investigación, Hawilla se declaró culpable. En las negociaciones con la justicia de Estados Unidos acordó devolver alrededor de 150 millones de dólares. Murió en 2018, a los 75 años, por problemas respiratorios.
Jean Pierre Noher, el actor argentino de origen francés, e quien lo interpreta. Noher hace años consiguió instalarse en el mercado televisivo brasileño. Esa experiencia resultó vital para que fuera el elegido para el papel de Hawilla, el empresario que montó el gran negocio.
Mariano Jinkis fue, junto a su padre Hugo y Alejandro Burzaco, las patas argentinas del negociado. Otra vez los encargados del manejo de la imagen, el marketing y los derechos televisivos. Jinkis, en su momento, logró ser liberado por el ex juez federal argentino Claudio Bonadio aunque continúa a disposición de la justicia.
En la miniserie es Federico Liss quien se pone en su piel. Actor que surgió del teatro independiente, tuvo una destacada labor en Relatos Salvajes, el film de Damián Szifrón y en productos televisivos como El Tigre Verón.
Otro actor argentino surgido de la escena independiente que tiene un papel en El Presidente es Alberto Ajaka, quien consigue participar en dos exitosos productos audiovisuales del mundo del streaming consecutivos que tienen relación con el fútbol. El año pasado, Ajaka se destacó como Segundo, el padre adoptivo de Carlos Tévez en Apache. Acá, Ajaka hace de Jashir, colaboraador cercano de Jadue, una especie de “brazo armado” que debe embarrarse y llevar a cabo las tareas más desagradables para que el fraude y los negociados sean exitosos. Un personaje que logra mostrar la conexión de los dirigentes con los violentos y barrabravas.
Del entorno de Jadue hay otra figura relevante en El Presidente. Nené, su esposa. Mostrada como una mujer fuerte, ambiciosa, que se convierte en el centro de la mirada de Jadue, quien parece que hiciera todo por agradarla y satisfacerla. Ella en la serie es controladora y una especie de gran titiritera.
María Inés Facuse se divorció de Jadue luego del FIFA Gate. En la actualidad vive con su hija en Miami. En declaraciones recientes sostuvo que “a veces ni siquiera tengo plata para comprarle un helado a mi hija”. Contó que tuvo que trabajar limpiando pisos y en un McDonalds. Denunció que estando casada fue víctima de violencia familiar por parte de Jadue.
La actriz que la interpreta es la mexicana Paulina Gaitán. Así el matrimonio chileno entre Sergio Jadue y Nené termina siendo encarnado por un colombiano y una mexicana. Gaitán actuó en varios éxitos televisivos como Capadocia, Sr. Ávila, Diablo Guardián (adaptación de la novela de Xavier Velasco) y en varias películas.
La otra protagonista femenina de El Presidente es Rosario, una agente encubierta del FBI que persigue a Jadue y trata de develar el entramado corrupto. El de Rosario es un personaje ficticio, una concesión dramática que permite aunar en una figura fuerte a los investigadores del caso. La actriz elegida fue la mexicana Karla Souza. Una intérprete dúctil y muy exitosa que participó de los más grandes booms de taquilla del cine mexicano de la última década. Esta miniserie es su regreso a la actuación en español luego de trabajar en la serie How to get away with murder. Souza se casó con Marshall Trenkmann. En el 2018, en medio del MeToo, Karla denunció que había sido víctima de un abuso sexual en ocasión de uno de sus trabajos artísticos. No dio precisiones públicas sobre su atacante. Sin embargo, poco después, Televisa emitió un comunicado desvinculando al director Gustavo Loza.
El Presidente recorre los meandros y sótanos de la corrupción del mundo del fútbol latinoamericano. Un caso que involucró a personajes de muchos (casi todos) países de la región. Su elenco representa esa diversidad, alternando nombres rutilantes con varios éxitos televisivos sobre sus espaldas con otros que, con el mismo prestigio, se ajustan a la perfección al exigido physique du rol. Un elenco multinacional, aunque no siempre respetando la coincidencia entre la nacionalidad del actor con la persona real en la que se basó su personaje.