La wallunka (mecerse en columpio gigante), tradición erótica que se practica en los valles de Cochabamba tras la celebración de Todos Santos, representa la fiesta de la sensualidad y la abundancia, el encuentro entre la vida y la muerte, la inversión por el regocijo que tiende a ser cada vez más privatizado, afirma la antropóloga e investigadora francesa, Céline Geffroy.
Durante la presentación de su estudio “La sensualidad de la wallunka. Diálogo con los muertos y rituales de fertilidad en los valles cochabambinos”, realizado bajo el auspicio de la Embajada de Francia, el Instituto Francés de Estudios Andino (IFEA) y el Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD), la investigadora mostró las diversas facetas, escenarios y significados tanto explícitos como simbólicos de esta práctica.
La investigadora afirma que los escenarios festivos de la wallunka evocan ciertas escenas de la historia del arte en cuanto a juegos de seducción. El erotismo, la ebriedad y la picardía son los denominadores comunes con las fiestas del Carnaval.
“Los columpios sirven de escenario para el coqueteo de jóvenes pero también revelan una relación de seducción entre vivos y muertos, ambos quedando atrapados en una red de reciprocidad”, afirma.
Geffroy centró sus trabajos de campo en el Valle Alto de Arani, conocida como la tierra de la chicha a 2.800 msnm, y en la localidad de Khoari cerca de Tiraque a 3.600 msnm, pero también ofrece una comparación con prácticas similares de otros lugares y en contextos históricos diferentes.
La wallunka es un columpio gigante que se instala cuando finaliza la celebración de Todos Santos, preferentemente en los cruces de caminos que conectan poblados, y con mayor fuerza en los últimos años en galpones o chicherías particulares. La estructura principal es armada por troncos de eucaliptos a la que acompañan dos especies de arcos de futbol delante y detrás, ambos decorados con tostados de colores, guirnaldas de flores y hasta muñecas como símbolo de abundancia y exuberancia.
Las cholitas solteras ó casadas que suelen columpiar deben atrapar con sus pies los premios que cuelgan de los arcos. Impulsadas por dos varones que jalan de las cuerdas, deben sortear al vértigo no solo del vaivén del columpio, sino también los efectos de la chicha, en medio de coplas picarescas y música ensordecedora.
“La sensación de vértigo está muy presente porque es impensable pensar en la wallunka sin bebida, donde hay un primer desequilibrio provocado por la bebida, y es acentuado en el momento de columpiar que es cuando hay una especie de irradiación que parte del centro del cuerpo, de debajo del vientre, de los órganos genitales e irradia en todo el cuerpo”, afirma.
Las mujeres columpian siempre con polleras o faldas pero no con pantalones porque la idea es exponer las pierna al momento de coger el premio, mientras que los varones ven como ofensivo subir al columpio, pues les disminuiría su masculinidad.
Según Céline Geffroy, antropóloga, el símbolo del erotismo, la muerte y el renacer está representado en la figura de la serpiente que “seduce por su poder y, al mismo tiempo, es rechazada por el peligro que representa».