El calvario de Zarina, de 23 años, empezó a los 13 años cuando la obligaron a casarse con un hombre mucho mayor en su natal, y desde entonces su vida estuvo supeditada a los deseos de un abusador y sádico que la martirizó y apartó de su familia.
«Estaba durmiendo cuando mi marido me despertó, empezó a pegarme y me ató a una silla… Entonces me cortó las orejas», ha explicado a ToloNews desde la cama del hospital donde sigue traumatizada recuperándose de las heridas. «Mi marido es un hombre muy celoso y en esta ocasión me acusó de hablar con hombres extraños cada vez que iba a visitar a mis padres», a los que su cónyuge le había prohibido ver bajo ninguna circunstancia.
Fuentes de la policía afgana en Balkh han asegurado que están llevado a cabo las pesquisas necesarias para capturar al marido de Zarina, que, desde el ataque, está en paradero desconocido y del que la joven quiere divorciase lo antes posible. La víctima ha exigido «que sea arrestado y juzgado por sus crímenes». Pero esto todavía está por ver, ya que la ley aprobada en 2014 por el Parlamento afgano sobre la Prohibición de Cuestionar a Testigos Individuales está en contra de Zarina y todas las mujeres víctima de la violencia de género en Afganistán. La ley, que además requirió un cambio en el Código Penal afgano, está diseñada para dejar que los hombres puedan llevar a cabo todo tipo de abusos sin temor a ser enjuiciados y, además, contribuye a perpetuar la lacra de los asesinatos por honor, los matrimonios forzosos con menores y la violencia doméstica. «El cambio en el Código Penal ha convertido toda la legislación afgana diseñada para proteger a las mujeres en una farsa», ha explicado Manizha Naderi, el director de la ONG pro derechos de la mujer Women for Afghan Women. «Esta ley va hacer que sea prácticamente imposible procesar la mayoría de casos de violencia contra las mujeres. A partir de ahora, el sector más vulnerable de nuestra sociedad no podrá obtener la justicia que merece».