El castigo cruel y excesivo fueron desatados por la inocencia de la pequeña niña que tomó un poco de arroz para saciar su hambre. La encolerizada madre la encontró, la tomó y decidió darle una reprimenda que le dejara secuelas no solo físicas, sino también psicológicas.
El Tribunal Segundo de Control del Circuito Judicial del estado Miranda, dictó privativa de libertad contra Yugeidis Graciela Contreras Cedeño, (35) por quemar la cara de su hija de siete años en la urbanización El Paují de San Francisco de Yare en el estado Miranda.
Según la información detallada por el periodista Eleazar Urbaez, la mujer fue detenida por los delitos de trato cruel y tortura por funcionarios de la Policía municipal de Simón Bolivar, luego que recibiera una denuncia contra la mujer.
Los funcionarios de la Policía Municipal de Simón Bolívar luego de recibir una denuncia por maltrato infantil llegaron hasta el domicilio donde tras ser interrogada, la madre de la niña admitió los hechos e informó a las autoridades.
Ante esto, la madre de la niña admitió los hechos, detallando que quemó a la infante con una cucharilla caliente porque la sorprendió comiendo un arroz a escondidas.
Las imágenes muestran la carita de la niña con las marcas aún visibles y dolorosas del castigo infringido por la madre desnaturalizada. Dependiendo de si estas llegaron a ser de segundo grado podrían significar cicatrices permanentes que difícilmente podrían borrarse del rostro de la pequeña niña.
El Tribunal le fijó como sitio de reclusión el Instituto Nacional de Orientación Femenina (Inof), ubicado en Los Teques.
CRISIS ALIMENTARIA
La difícil situación de este país ha empeorado con la llegada de la pandemia, lo cual mermo más la economía golpeada de las familias venezolanas.
El presidente del Instituto Venezolano de la Leche y la Carne (Invelecar), Carlos Albornoz, calcula que este año el sector produzca 90 millones de kilos.
Si la baja producción que se espera para 2020, de unos 90 millones de kilos de carne, se divide entre los 28,4 millones de habitantes que hay aproximadamente en Venezuela tras la ola migratoria de los últimos cinco años, quedarían apenas tres kilos por persona.