Luis Álvarez, de 17 años, estaba caminando en su barrio Altos del Rosario de la ciudad de Sincelejo, cuando un vecino, de su misma edad, empezó a insultarlo por su orientación sexual. No era la primera vez que esto ocurría
En muchas ocasiones, Luis había sido el blanco de insultos, únicamente por ser gay. Según él, su vecino era el principal agresor. Se la pasaba diciéndole: “loca, maricón, mariquita”, entre otras expresiones despectivas. Ese fatídico día, Luis decidió responderle y defenderse, pero el otro adolescente tomó un machete. Luis quedó sorprendido y paralizado. Pensó que el gesto era solo una amenaza, pero el joven utilizó el machete para arrancarle a Luis la mitad de su brazo.
“Sentía que era una película, que no era conmigo”, cuenta Luis. Con su brazo en el suelo, empezó a gritar: “ayuda, quedé mocho”. Varias personas vinieron a auxiliarlo y lo llevaron a la clínica Santa María. “Ahí llegó mi mamá, y mi hermano, llorando”, narró el joven agredido
El miércoles 5 de agosto volvió a su barrio, después de pasar varios días en la clínica. Al regresar, Luis se encontró con un recibimiento que no esperaba. Los vecinos lo acogieron con pancartas, bombas y comida. Mensajes como “no triunfa quien no tuvo momentos difíciles, triunfa aquel que pasó por ellos, luchó y no se rindió”, llenaron las paredes de su casa. Oneida Campuzano, la mamá, cree que la acogida de los vecinos fue muy importante, y aunque todo sigue siendo muy doloroso para toda la familia, espera que su hijo continúe recuperándose como hasta ahora.
«Las Igualadas» hablaron con él para contar su historia y se encontraron con un muchacho pilo, noble y con muchos ánimos pese a lo que pasó.