Nicole Flores inicia su día a las 5.00 su primer pensamiento se lo dedica a esos seres que son su fuente de subsistencia, pero además sus compañeras, confidentes y amigas. Ella y sus 13 burritas se acompañan y se cuidan diariamente.
El paso a desnivel de la avenida 6 de Agosto es su lugar de trabajo durante unas horas pues desde las 6.00 hasta las 9.30 comercializan “leche de burra”, la cual, es considerada una poderosa alternativa natural para prevenir varias enfermedades, además también se la considera un remedio eficaz.
“Incluso una señora vino y me dijo que la ayudó con el coronavirus, ella se enfermó por eso venía todos los días y me compraba toda la leche de mis burritas”, contó Nicole a LA VOZ.
Su puesto de venta no es el más sofisticado, pues el puente hace de techo, no hay árboles ni vegetación ni el sonido de la naturaleza, solo vehículos, gente caminando apurada, en medio de gritos y bocinas; sin embargo, los dóciles animalitos están ya acostumbrados el ritmo caótico de la ciudad.
Ni las madres ni sus borricos intentan escapar puesto que los pequeños burritos saben que terminada la jornada laboral serán sueltos y podrán alimentarse con la preciada leche.
CUARENTA AÑOS DE TRADICIÓN
Nicole contó que sus abuelos iniciaron con el negocio hace 40 años, incluso su abuelo viajó a Santa Cruz y Perú para comercializar la leche, pero su lugar de venta siempre fue la populosa avenida 6 de Agosto.
Sus abuelos fueron los primeros en vender leche, ya después llegaron dos personas más y actualmente en el sector se encuentran tres lecheras. Nicole tiene 17 años y acompañó a su abuela en la venta desde que tenía 2, es decir toda su vida la dedicó a esta actividad. “Desde que tengo recuerdos, estuve vendiendo con mi abuelita, viajábamos a Santa Cruz llevando leche, pero ella falleció el año pasado y me quedé con mi tía”, señaló.
El negocio empezó con la comercialización de leche de oveja, pero el abuelo viajó a Perú y en este país conoció los beneficios de la leche de burra, por ello a su regreso a Cochabamba decidieron que se dedicarían a su crianza.
UN DIA DE TRABAJO
Nicole vende leche desde las 6.00 hasta las 9.30, a esta hora las burras se dedican a sus bebés, pues deben alimentarse, una vez que ya lo hicieron el ganado equino es trasladado hasta el Río Rocha para que pasteen hasta las 18.00, hora en la que son llevadas a comer, beber agua y descansar.
La joven lechera señaló que cuidan con mucha dedicación a sus burritas, además de pastar las alimentan con comida balanceada, afrecho y soja, lo cual significa otra inversión.
Las equinas no son agresivas y esto se debe según Nicole a que las amansó con cariño. “Hay que acariciarlas o rascarles no golpearlas, si bien, hay algunas burritas que son del campo y son más ariscas, se las puede manejar y se acostumbran”, afirmó.
Actualmente tiene 13 madres y dos de estas están preñadas, su ganado ha mermado porque algunas fueron enviadas al campo.
La venta de leche ha disminuido los últimos meses por el miedo al contagio de la COVID-19, pese a que la leche de burra ayudaría a prevenir y sanar esta enfermedad.
UNA BURRITA UNA AMIGA
Nicole todas las mañanas está sentada bajo el puente con sus burritas esperando lleguen esas personas que confían en los poderes curativos de la leche.
Los precios están al alcance de todo bolsillo pues ofrecen vasitos desde los Bs 5 hasta los 30. El sabor de la leche es dulce y es menos espesa que de la vaca, por ello, muchas personas gustan beber de esta. La mayor parte de sus clientes son personas mayores o madres que llevan a sus niños, muy poca gente joven se anima a consumirla.
Nicole Flores contó que entre todas las burritas tiene su favorita a la que nombró Zafira, esta es de su propiedad, pues la leche que vende de ella le sirve para estudiar y cubrir sus gastos. “Es mi burrita, la quiero mucho, ella es dócil la considero mi amiga”, expresó.
Actualmente Nicole está en el colegio, pero anhela ser policía; sin embargo, afirmó que no dejará de vender leche y tampoco la crianza de los equinos, pues lo hizo desde que era muy niña y siente cariño por estos animalitos. (Priscila Pinell)