Se abren las puertas del Aeropuerto Internacional de El Alto y sale David Martinez. Lleva una bandera boliviana, una wiphala y una media sonrisa que muestra una mezcla de tristeza y alivio. Tuvo que dejar su hogar y todo lo que conoció los últimos 30 años en Ucrania a causa del conflicto armado, pero agradece que él y su familia hayan podido salir ilesos de las bombas.
«Esto realmente ha sido muy difícil. En todo lugar donde hemos estado hemos recibido apoyo, sino no hubiéramos podido hacer nada. Teníamos problemas con la documentación, todo, y en todo lado nos han apoyado. Quería agradecerles a todos (…) Por lo menos estamos con vida, porque realmente fue algo muy grave», expresó en rueda de prensa, junto a su esposa, Tetiana, y sus hijas Karyna y Kamila, de 24 y cinco años, respectivamente.
Al igual que el resto de residentes ucranianos, esta familia fue tomada por sorpresa por el ataque ordenado por el presidente ruso, Vladimir Putin. «Así comenzó toda esa pesadilla de las bombas, los ataques de los que tuvimos que escapar», lamentó. Agencias