En medio de la confusión y el caos de estos tiempos, tratemos de establecer cuáles son las fuerzas que mayormente contribuyen a la turbulencia nacional, cerniendo nubes de tormenta sobre la frágil democracia boliviana. Propongo como hipótesis la existencia de cuatro jinetes del Democalipsis, a saber:
- Pandemia. El jinete global de la peste habría puesto en jaque a cualquier gobierno; basta imaginar un contrafactual con el MAS aún en el poder, para deducir que podríamos estar en una situación mucho peor. Una rápida mirada comparativa a la generalidad de los países vecinos (con las excepciones de Uruguay y Paraguay) también indica que aquí se actuó con celeridad para la contención inicial y que se evitó más de un millón de contagios. Sin embargo, lo dantesco de la realidad epidemiológica sigue induciendo a una percepción de insuficiencia de cualquier medida que pueda tomarse.
- Reunificación del masismo. Hasta fines de enero, el sector moderado del MAS en el Parlamento jugaba a la gobernabilidad y se mostraba distante del grupo asilado en Buenos Aires. Pero hacia el mes de marzo esto comenzó a cambiar, conduciendo a una reunificación del Movimiento Al Socialismo, que ahora actúa con una estrategia dual para la obstrucción parlamentaria y la desestabilización territorial. ¿No se operó debidamente para incorporar al sector de Eva Copa en el nuevo ecosistema de partidos políticos? Es posible, aunque la senadora tampoco ha dado señales claras de tener un compromiso con una reinvención socialdemócrata o centrista de al menos un ala del masismo.
- Sabotaje interno. El gobierno constitucional surgido en noviembre evitó una masacre blanca en el aparato público, algo razonable ante la necesidad de preservar la funcionalidad institucional. Sin embargo, faltaron cambios quirúrgicos en mandos medios estratégicos, los que terminaron conspirando con el evismo en los casos respiradores y YPFB, potenciando irregularidades para diluir por contraste la imagen de hipercorrupción que signó al régimen de los 14 años.
- Oportunismos electorales. En el campo no masista, Bolivia no tuvo la suerte de contar con una oposición responsable como la del PDS de Portugal, que le puso el hombro a la gestión de su adversario en el oficialismo en medio de la pandemia. Aquí, en cambio, han sobrado la mezquindad, el cálculo miope y la crítica microscópica que, de manera conciente o no, pueden tapizar el camino de regreso del evismo al poder.
Empezar a cambiar esto último exigiría un mínimo marco unitario de consenso, impulsando concertación programática para las políticas de Estado de los próximos cinco años, acuerdos sobre postulaciones en las circunscripciones uninominales y una suerte de pacto de no agresión entre los frentes democráticos.
Por: Emilio Martínez Cardona