Luis Arce, antes de convertirse en ministro, el economista de 57 años trabajó 18 años en el Banco Central de Bolivia. Ocupó su primer cargo como ministro de economía en 2006, acompañando al exmandatario en su política de nacionalizaciones y su lucha contra el neoliberalismo y los Gobiernos conservadores. Arce se mantuvo a su lado durante sus tres mandatos, con una pausa de un año y medio en 2017 forzada por problemas de salud.
El sucesor del MAS nació en una familia de profesores de la clase media en La Paz, un contexto diferente al de Morales, quien se lanzó en la política siendo líder sindical cocalero y creció en el campo en una familia de modestos ingresos.
Muchos atribuyen a Arce la estabilidad económica y los buenos indicadores sociales que Bolivia tuvo durante el Gobierno de Morales. Durante su campaña electoral, el exministro recordó que durante su gestión el PIB en Bolivia se multiplicó por cuatro y la pobreza se redujo a casi la mitad.
“Nuestro Gobierno devolverá la estabilidad a Bolivia”, prometió durante la campaña electoral.
Para sus adversarios, el milagro económico nunca existió. Su principal rival Carlos Mesa, expresidente y segundo en los resultados a pie de urna, sostiene que el mérito no es del MAS, sino del próspero mercado de materias primas que, a su vez, habría alimentado la corrupción. Sus críticos también le reclaman el no haber diversificado la economía, la dependencia hacia las materias primas exportables y le acusan de ser “el títere” del expresidente.
Los antecedentes de Arce podrían haber jugado a su favor. Además de haber heredado el voto a la izquierda, que no tenía adonde migrar, Arce puede haber reconquistado a quienes habían dejado de creer en Morales después de 14 años en el poder.
Franklin Pareja, politólogo y profesor de Cátedra en la Universidad Mayor de San Andrés explica que a diferencia del exmandatario, el nuevo dirigente no sedujo a su capital electoral en base a su figura.
MÁS CONCILIADOR
Uno de los mayores desafíos a los que Luis Arce deberá enfrentarse, es la crisis económica en la que Bolivia se ha visto sumergida con la crisis del coronavirus.
Además, el crecimiento del país se ha ralentizado desde 2014 y el déficit público no deja de crecer con la caída de los precios de materias primas, en particular del gas, litio, hierro y cobre, de los que Bolivia tiene grandes reservas.
Por otro lado, la crisis de 2019 ha agudizado la división del país. «La polarización es una enfermedad que se infiltra en las instituciones democráticas y lo corroe todo», subraya Malamud.
De confirmarse los resultados, el nuevo líder tendrá una misión más profunda. “Vamos a construir un Gobierno de unidad nacional. Vamos a construir la unidad de nuestro país», decía el candidato del MAS después de cantar victoria.
Y este discurso podría ser un llamado a la reconciliación. Para Malamud, se trata de un aviso para el MAS, pero también para los otros actores políticos.
Con los resultados oficiales, también se definirá el número de diputados de cada partido. Y según el conteo rápido, el MAS no contaría con la mayoría absoluta, a diferencia del pasado gobierno. Euronews