Doráncel nació en Caño Zancudo, estado Mérida, el 14 de mayo de 1957 en Venezuela en el seno de una humilde familia de agricultores. Debido a la pobreza de su núcleo familiar, solo pudo estudiar hasta el tercer grado. Fue sacado de la escuela y lo pusieron a trabajar para que se ganara la vida.
Para muchos era evidente que Doráncel no era muy normal. Estrenó su adolescencia robando gallinas. Con el paso de mozo a hombre, fue creciendo en sus delitos y empezó a robar ganado. Algunos de sus compinches cuatreros le tenían asco porque el sujeto disfrutaba comiendo carne cruda y sintiendo y viendo los chorros de sangre bovina saliendo por las comisuras de sus labios. Entre las leyendas que se tejen sobre él, se dice que una vez que robaron algunas vacas, mató una, le sacó el corazón aún caliente y se lo comió entero.
Dos años estaría Doráncel en ese manicomio y cada día con sus noches no dejaba de pensar en vengarse de Antonio López Guerrero, por haberlo denunciado. En 1997,Dorángel había respondido bien al tratamiento y fue dado de alta. Lo dejaron libre luego de una somera evaluación psiquiátrica que determinó que estaba fino y que podía irse a la calle.
Doráncel, con su psicópata capacidad para la venganza, fue derechito hasta donde pernoctaba el indigente Antonio López Guerrero y lo asesinó a sangre fría, para luego almorzárselo como lo había hecho con su amigo Cruz Baltazar Moreno.
Una mañana, Doráncel llegó con una grasienta bolsa de papel y les ofreció a los demás vagabundos las empanadas que había hecho. Ellos degustaron el manjar con voracidad y hasta le dijeron que tenía muy buena mano para la cocina. Ninguno sabía que aquella carne era carne humana, carne sacada del cadáver de Manuel, a quien Doráncel había asesinado.
A veces se perdía por días enteros y luego volvía con sus amigos indigentes, a quienes les ofrecía banquetes de guisos de carne o empanadas. Un día, desapareció un obrero de la construcción de nombre Francisco López. También lo había cazado Doráncel con su arma puntiaguda y se preparó una monumental parrillada a orillas del río Torbes, la cual fue degustada por todos los indigentes de la zona. Los días siguientes, estos vagabundos comían arepas, empanadas, hígados encebollados, sobrebarriga, sopas y otras comidas. Jamás habían comido tan bien aquellos pobres miserables y por eso nunca le preguntaban a Doráncel de dónde sacaba la carne, pues que supieran, por ahí no había vacas y él no tenía dinero para comprar en una carnicería.
La lista incluía solo hombres sanos, nada de gordos, ningún viejito, ni mujeres ni niños. Este antropófago tenía sus macabras exigencias culinarias y se daba grandes banquetes con las presas que cazaba en la urbe de cemento y asfalto.
Esto siguió sucediendo hasta que finalmente, por casualidades del destino, el 12 de febrero de 1999, jóvenes que andaban de excursión por el parque 12 de Febrero se toparon con algo realmente espeluznante: entre la maleza, sobresalían varios pies y manos humanos ensangrentados que parecían estar clamando por justicia.
Aterrorizados por aquel espantoso hallazgo, los muchachos informaron a la PTJ, a la Policía Montada y a Protección Civil Táchira. Comisiones de estos organismos llegaron al sitio y cerca de ahí encontraron el destartalado rancho de Doráncel y el túnel del puente Libertador. En ambos sitios había vísceras humanas guardadas en frascos de mayonesa, en ollas y en otros sucios recipientes. El antropófago también tenía en su despensa tres cabezas humanas, así como pies y manos.
En esos instantes, el caníbal volvía a su guarida y fue detenido de inmediato. En la comisaría, relató ante los atónitos funcionarios cómo se dedicaba a cazar humanos en las inmediaciones del río para comérselos y darles de comer a los demás indigentes de la zona. De sus víctimas, dijo a los investigadores, prefería “la carne de los hombres (porque) sabe mejor que la de las mujeres”, La carne de mujer, aseguró Dorángel “es como comer flores y te dejan el estómago flojo”.
‘Comegente’ aseguró que era un cazador de incautos que pasaban cerca de su territorio. Los golpeaba con “una punta de eje, que es una pieza de metálica de camión”, Los mataba, contó Dorángel , “para comérselos y darles de comer a los demás indigentes de la zona”. Agencias