El llanto del pequeño niño le parecía molesto, el padre se encontraba frente a la consola donde buscaba paz para poder seguir con su partida.
El hombre de 23 años entonces, procedió a matar a su hijo porque no lo dejaba jugar ni concentrarse en su consola. El bebé apenas tenía siete semanas de edad y su pequeño cuerpo no soporto las lesiones causadas por su padre. El hecho ocurrió en Victoria, Australia.
Joseph William McDonald, de 23 años, se declaró culpable de un cargo de infanticidio en su audiencia.
McDonald había arremetido contra Lucas porque su llanto le impedía concentrarse en sus juegos de PlayStation, donde tenía toda su atención.
El día del incidente la madre del bebé, Samantha, escuchó que el llanto de Lucas era distinto al usual mientras estaba en la cocina. Más agudo y más alto.
Cuando le preguntó qué le pasaba, McDonald respondió que simplemente había estado “acurrucando” al bebé.
Lucas también comenzó a rechazar su leche, lo que su madre pensó que debía ser parte de una reacción a un golpe que recibió esa mañana. Nada la hacía sospechar que lo había golpeado de tal forma que le causó una contusión en su cabecita.
Como Lucas no mejoró esa noche, Samantha lo llevó a un hospital en Benalla, desde donde lo trasladaron al Hospital Infantil Monash en Melbourne.
McDonald inicialmente mintió a su pareja y a los médicos sobre lo que había sucedido, alegando que presionó demasiado fuerte en la parte posterior de la cabeza de Luke, lo que retrasó el diagnóstico de un traumatismo contundente.
Los escaneos mostraron que las lesiones de Lucas no pudieron haber sido accidentales, lo que llevó a McDonald a huir del hospital.
Lucas fue declarado muerto el 29 de octubre de 2019.
McDonald será sentenciado a finales de este mes y enfrenta hasta 20 años de cárcel.