En la zona de Pucarita Chica, al sur de la ciudad, funcionaba una fábrica clandestina de aceite vegetal, en la cual trabajaban adolescentes de 14 y 15 años, los cuales no contaban con la autorización correspondiente y trabajar por más de 12 horas.
«Hemos podido evidenciar de que aquí hay menores de edad que están siendo explotados, trabajando de siete (de la mañana) a seis de la noche», declaró el intendente Juan Aguayo.
Encontrar que esta envasadora albergaba a menores de edad fue una sorpresa para la intendencia, porque en realidad solo intervinieron el lugar porque esta fábrica trabajaba de forma clandestina.
ACEITE SIN CERTIFICACIÓN
En el lugar, un largo galpón, se observaron decenas de turriles plásticos llenos de aceite vegetal listos para ser puestos a la venta en los populosos mercados de la ciudad.
El intendente explicó que este producto llegaba en cisternas de la ciudad de Santa Cruz, los cuales eran vaciados a turriles de otras empresas.
Esta embotelladora no contaba con una licencia de funcionamiento y menos un registro en Senasag para comercializar estos productos. Además, al ser los turriles, básicamente, «recogidos de la basura» no reúnen las condiciones de higiene, señaló.
En el lugar también se envasaban el aceite en botellones de 2 y 5 litros, los cuales no tenían ninguna etiqueta que los identifique.
La intendencia procedió a la clausura del lugar, decomisando todo el producto que allí se encontraba.
Este aceite estaba listo para ser comercializado al raleo en los principales mercados de la ciudad a un precio más bajo que los aceites de marcas tradicionales.