Las víctimas son una madre y su hijo que se encontraban trabajando como cada día en inmediaciones de la calle Tarata en pleno centro de la ciudad, cuando una mujer se acercó a uno de los carritos y pidió un refresco.
La madre del menor se lo entregó y para su sorpresa esta le comienza a reprochar el precio, diciéndole que no pagaría dos bolivianos y que el refresco se vendía a un boliviano.
La víctima intentó razonar con ella y explicarle el esfuerzo que hacían para prepararlo, pero la mujer se alteró de pronto.
“Empieza a agredirle diciendo que el refresco no era como debía ser y entonces le dijo devolveme el dinero, no le quiso devolver entonces metió su mano a uno de los frascos con durazno”, relató una testigo que presencio todo.
La vendedora le reprocha su accionar por contaminar el producto y la mujer empieza con las agresiones.
“Ella le dijo que te pasa como vas a meter tu mano, le recrimina por ese hecho y ella agarra y le echa toda entera con el refresco, le empieza a insultar y le da dos bofetadas. Empieza a meterle la mano en el bolsillo, le dijo devolveme mi dinero, no me estás vendiendo como quiero”, continúa.
En ese momento el menor que vendía cerca corre a ayudar a su mamá.
“Mi hijo vino y le dijo deja a mi mamá, no le hagas y luego le mordió, le dije a mi hijo, no le muerdas, soltale, le agarró del otro lado. Todos han visto, ni para que digan que miento”, explicó la víctima.
La mujer, además de agredir a su mamá, mordió dos veces al menor y luego trato de escapar, pero para entonces la escena violenta que protagonizó había alarmado a todos.
“La detuvieron, las transeúntes la golpearon entre varios porque pensaron que era maleante, aparte porque sabían que le había mordido al niño, entonces de eso le agarraron y le pegaron”, contó la testigo.
La vendedora señala que nunca había visto a la mujer, “tanto tiempo ya vendo y nunca me había pasado algo así”, añadió.
Tras la agresión denunciaron el hecho a la policía y efectivos policiales realizaron una inspección en la zona.
Por el hecho, el trabajo de la mamá y el hijo también fue afectado y piden que la mujer se haga cargo de las pérdidas que generó, ya que a diario pagan 100 bolivianos por el alquiler de los carritos y en ocasiones trabajan hasta altas horas de la noche para terminar de vender.