Pasaron de generación en generación, fueron adornos o alegraron a niñas de hace más de un siglo, gracias al cariño de sus propietarios las generaciones actuales pueden disfrutar de estas muñecas centenarias, apreciarlas y admirarlas.
Gracias a la iniciativa del museo de muñecas, Elsa Paredes Salazar, de la ciudad de La Paz, estas reliquias hacen un tour por algunos departamentos de Bolivia, brindando entretenimiento e historia a las y los amantes de estas.
“Hace más de un siglo estas muñecas llegaron por barco y ahora viajan en avión en primera clase”, indicó la directora del museo, Roxana Salazar.
La Llajta también fue parte del recorrido de las muñecas es así que llegaron a la Casona Santivañez, donde los visitantes disfrutaron del arte, historia y tecnología de época que estas les brindaron.
Elsa Paredes fue quien inició con la colección de muñecas antiguas y modernas, primero fue una pasión personal que con el tiempo se convirtió parte de los atractivos culturales de La Paz y ahora también Bolivia.
MUÑECAS SON CULTURA
Parte de la cultura del mundo también se encuentra en los juguetes de los niños pues reflejan parte de la historia y geografía donde habitan. Las muñecas reflejan perfectamente esto, pues van vestidas con la ropa típica del lugar donde las elaboraron, o tienen los rasgos del país de procedencia de los fabricantes.
La exposición presentada en la Casona Santivañez muestra muñecas francesas, alemanas, rusas y también africanas, estas son llamativas por el vestuario con colores encendidos que caracteriza a este continente.
A Cochabamba llegaron 100 muñecas, pero en el museo de La Paz se pueden encontrar más de 2 mil ejemplares, cada una con una historia diferente.
MUÑECAS, PRESIDENTES Y MINEROS
Hace más de un siglo la adquisición de muñecas era un lujo, destinado solo a aquellas personas que tenían una buena posición económica, por ello, es que los acaudalados mineros en los viajes que hacían por Europa aprovechaban para traerlas y dar un obsequio “costosísimo” a sus hijas, sobrinas o amigas.
“Sobre todo la gente boliviana relacionada con las minas con ingresos altos se daba el lujo de ir a Europa y al volver traían de regalo las muñecas de porcelana”, contó Roxana.
Dos de las muñecas en exposición, fueron traídas como regalo por el presidente de Bolivia (1934), José Luis Tejada Sorzano, a sus hijas, ambas son iguales solo varía el color de su ropa.
MIEDO Y CURIOSIDAD
Muchas personas llegaron a la Casona Santiváñez para disfrutar de la exposición, las razones por las que asistieron fueron diversas, algunas fueron porque son coleccionistas, otras por aprender historia, pero también están aquellas que llegaron por tener una experiencia paranormal y quizás encontrar un ejemplar embrujado, como en la película Annabelle.
“Hay muñecas que me parecieron aterradoras, sentía que me estaban mirando y pensé que me hablarían en cualquier momento, la verdad hubiese sido increíble si alguna estaba embrujada”, dijo Marina, una asistente.
En relación a esto Roxana señaló que las películas de terror tan comerciales hacen que muchos visitantes lleguen pensando en presenciar una posesión o algo similar.
Sin embargo, algo innegable es que cada una de las ejemplares expuestas llevan un poco de la esencia de sus dueñas que las trataron con cariño y tuvieron el cuidado de preservarlas durante varias generaciones.
MUÑECAS CORTESANAS
Cada una de las muñecas expuestas muestran parte de un periodo de la historia y el contexto en las que eran adquiridas. Incluso están aquellas que eran específicamente para las “damas de compañía”, estas eran sentadas en los sillones mientras las dueñas trabajaban o fumaban un cigarro.
Son consideradas obras de arte, pues fueron elaboradas artesanalmente, cada ejemplar fue horneado, vestido y pintado a mano. Los cabellos que tienen son naturales y los ojos son de sulfuro para parecer reales.
La tecnología que llevan no se compara a la actual, pero su valor radica en que cada pieza fue puesta manualmente y no en serie. Muñecas que caminan, se mueven, tocan el violín, los platillos o dicen alguna frase en francés fueron elaboradas con la precisión de los relojeros suizos del 1880.
Para los amantes de las muñecas visitarlas es retroceder siglos, viajar al pasado y disfrutar de la historia y el arte.