Hoy se cumplen 35 días desde que Natalia Valverde Nállar, supo que contrajo el coronavirus. Su vida dio un giro, como el de millones en el mundo que están a merced de lo que la pandemia ha generado en los últimos meses. Natalia es una sobreviviente.
Pero no puede olvidar ese 3 de mayo. Sentía un leve dolor de garganta y comprobó que le estaba fallando el olfato. Para salir de las dudas, decidió hacerse la prueba. Tres días después le dieron los resultados. Era positiva de Covid-19. Ocurrió lo que nunca se hubiera imaginado. La mujer, que entre familiares y amigos se había ganado más de una crítica por su obsesión con la limpieza y la desinfección de todo lo que le rodeaba, se enfrentaba a una nueva realidad.
Hasta ahora se sigue preguntando cómo se contagió y no lo entiende. La única posibilidad, supone, es haber tocado un producto contagiado en el supermercado y no haberse desinfectado las manos en ese momento.
“Me levanté con dolor de garganta, que no es raro en mí, porque sufro de rinitis. Pero le tenía tanto miedo a la enfermedad, al punto que me había saturado de información, que probé abriendo una botella de vinagre para olerlo. Como no lo pude percibir, desde ese instante decidí aislarme. Llamé al Sedes y me dijeron que no estaba en condiciones de internarme, porque no me sentía mal ni tenía más síntomas”, comenta.
Entonces, decidió aislarse totalmente y estar atenta a sus síntomas para llamar a los médicos en caso de que se presentara algo, mientras esperaba que le confirmaran cuándo le iban a tomar la prueba. Ese día se encerró en su cuarto y esperó que su esposo, que estaba trabajando, llegara para ver a sus tres hijos, de 12, 10 y 7 años. Cada uno tenía un sándwich de queso en el estómago, que se habían preparado por recomendación de su madre, imposibilitada de acercarse a ellos por decisión propia. Así sobrevivieron todo el día, hasta que el padre llegó en la noche.
“Me aislé por completo y les dije: ‘Prohibido entrar en mi cuarto, porque parece que estoy contagiada’. Ellos comprendieron la situación desde un principio porque ya les había hablado del tema en caso de que ocurriera. Cuando llegó mi marido, dio de comer a los chicos. Y desde ese día no volvió a salir de la casa (esposo), hasta que le hicieron la prueba junto a mis hijos. Los cuatro dieron negativo”, agrega.
Después de eso, Natalia salió de su casa y se fue a la de sus padres, Carlos Valverde y Carol Nállar. Su marido y sus hijos, se quedaron aislados en su hogar 14 días. Pasado ese tiempo, el hombre salió a trabajar y la hermana de Natalia se hizo cargo de los chicos, junto con su tía.
A llegar donde sus padres, a Natalia la esperaba una habitación separada del resto del hogar. La recibieron con la puerta abierta, ingresó en el cuarto y desde ese día no ha salido, excepto para la toma de la muestra, que se la han realizado en las afueras del domicilio.
En el lugar, tiene todo para limpiar, pasar el tiempo y estar en contacto con sus padres. Su madre le prepara la comida y se la deja en una pequeña mesa en la entrada del cuarto. Ella saca su silla y comparte el almuerzo con ambos, desde lejos, aproximadamente a unos cinco metros de la puerta.
“Esta enfermedad es muy solitaria. Si uno no tiene un entorno que lo acompañe puede ser muy difícil. Yo he tenido mucha suerte porque mi familia y amigos en ningún momento me han dejado, siempre han estado en contacto. Con mi esposo y mis hijos hacemos videollamadas todos los días. Han sido mucho más llevaderos estos días”, añade.
A pesar de esos momentos, que son como bálsamo para la angustia, el tiempo para ella ha sido eterno. “Son 35 días que veo a mis hijos solo a través de la pantalla de un teléfono, que no tengo contacto físico con ellos. Son 35 días que no toco a nadie y nadie me toca. Yo creo que si uno no tiene a su gente cerca, se puede entrar en una depresión muy fuerte”, dice.
Después de 14 días, se enfrentaba a otra prueba decisiva. El 18 de mayo le tomaron una segunda muestra, que también salió positiva. Todo se derrumbó. “No tenía ganas de nada. Yo que pensaba que ya era hora de volver a casa porque no tenía ningún síntoma, me topaba con esa noticia”.
Luego de haberse sometido por tercera vez al hisopado nasal, el miércoles 3 de junio, se enfrentó nuevamente a los resultados. A Natalia le temblaban las piernas, le daba miedo abrir el sobre. Se preguntaba: «¿Qué hago si sale de nuevo positivo?» Esa posibilidad estaba presente y debía asumirla. Pero no tenía ganas de pensar en lo que iba a hacer en caso de que se confirmaran sus miedos.
Finalmente lo abrió. ‘No detectado’, decía el informe del laboratorio sobre el virus. Con cara de felicidad, gritó desde su habitación a su madre, que volvió corriendo y se lo contó a Carlos (Valverde).
De todas maneras, ha decidido esperar una cuarta prueba, que se la tomarán el 15 de junio. Quiere estar completamente segura. No baja la guardia en cuanto a las medidas de seguridad. No quiere poner en riesgo a sus padres, a pesar que ninguno de ellos ha presentado síntomas.
Pero ahora, puede ver las cosas con más confianza, espera con ansias que llegue el día de abrazar a sus hijos, a sus padres, a toda su familia. Por el momento sabe que debe seguir tomando todos los recaudos posibles.
“Las medidas que uno pueda tomar con este virus, no son exageradas. Todo lo que uno pueda hacer para evitarlo ayuda muchísimo”, afirma.
Natalia considera que lo que le está ocurriendo es una bendición de Dios. Es consciente de que hay mucha gente que la está pasando muy mal. Ella reconoce que, por alguna razón, le ha tocado vivir un momento duro, que le ha permitido valorar muchas cosas y ser agradecida con los que acuden en su apoyo en los momentos difíciles.
Pasó por todos los ciclos y etapas. Desde la incertidumbre, el miedo, la negación y la culpa, hasta la ira, la angustia y la alegría. Hoy vive con más esperanza que nunca. Confía en que la mayoría de los que sufren saldrá de este mal momento y quiere ayudar a que lo logren.
En caso de que los resultados de la prueba del 15 también salgan negativos, asegura que ese mismo día irá al Banco de Sangre. Sabe que, en general, no se está recibiendo plasma hiperinmune de mujeres, pero ella quiere agotar todas las posibilidades e intentarlo, con tal de dar algo de lo que ella siente que ha ganado. “Si puedo donar, por supuesto que lo voy a hacer. Espero que se pueda”, expresa.
“Estoy confiadísima en que vamos a volver. Que no nos vamos quedar sin poder abrazar a nuestros seres queridos o a ese amigo que llevamos tanto tiempo sin ver. Lo vamos a poder hacer”, finaliza Natalia. Agencias