Exquisita. Así se percibe la gastronomía callejera paceña. Desde las tomas que recorren diferentes rincones de la bien llamada ciudad maravilla hasta los platos tradicionales que se ofertan en los pequeños puestos donde el que no cae resbala.
Así se puede definir la propuesta de Netflix, que en la ‘docuserie’ Street food: Latinoamérica incluyó a Bolivia y dedicó el capítulo seis a sus delicias callejeras, a las mujeres de pollera y su etapa de empoderamiento.
Los rellenos de papa de doña Emi, una mujer que deja muy bien parada a su cultura, son los protagonistas de este episodio, en el que también las glándulas salivales se activan con las salteñas, el sándwich de chola, el api con pastel y buñuelos, los riñoncitos al jugo y el helado de canela.
Esta nueva temporada se estrenó hoy, 21 de julio, para todo el mundo e incluye un recorrido gastronómico y cultural por las ciudades de Oaxaca (México), Salvador (Brasil), Buenos Aires (Argentina), Lima (Perú), Bogotá (Colombia) y, como ya se mencionó, La Paz (Bolivia).
Cómo Emiliana Condori pasó de vender tres rellenos de papa al día a una cifra que no se anima a revelar, pero que define como inimaginable, es resumido en poco más de 30 minutos. No sucedió de la noche a la mañana, más bien de madrugada, cuando ella arranca su jornada.
A las 2:00 comienza la preparación de sus manjares, que reinventó con tres variaciones, papa, arroz o plátano rellenas de carne. A las 8:30 sale a vender, a las 14:00 hace las compras para sus preparaciones y luego regresa a su casa para tomar impulso y arrancar un nuevo día. «Solo los muertos descansan», dice esta imparable mujer que lleva 30 años repitiendo esta rutina sin domingos ni feriados.
En medio de esta historia, que merece la pena ver y no que te la cuenten, también aparece Cristina Zurita, orgullosa propietaria desde hace 57 años de un puesto de sándwiches de chola en la plaza que le rinde honores a las mujeres de pollera. «Pan, tres lonjas de carne de pierna de chancho, escabeche, más lonjas de carne, ajicito y más pan», es su receta de esta delicia, que ella asegura que se esfuma de los platos en cuestión de segundos. «Es un orgullo ser de pollera», también comenta sobre su cultura.
Con la misma simpatía, los esposos Constantina Velasco y Carlos Suaznábar cuentan sus inicios en la elaboración del api con pastel y buñuelos, tarea en la que ya llevan 50 años. En esta parte del documental, las tomas de la miel y el azúcar impalpable cayendo sobre estas masitas de media tarde, son simplemente maravillosas.
Y no menos importante es el papel de los helados de canela de Mery Costas, que recuerda que antes se elaboraban con bloques de hielo que bajaban de la cordillera cargados en llamas. Dice que el calentamiento global afectó el negocio, pero que se las ingeniaron para que nunca falte un puesto de estos dulces.
A la vez de las trabajadoras mujeres de pollera y de las delicias bolivianas, la producción también revela rincones mágicos de La Paz, como la calle Jaen, la de las Brujas, la iglesia San Francisco, la vista desde el teleférico, los cuadriláteros de la lucha libre de cholitas, y otros que sin duda antojarán a viajeros de todo el mundo. Agencias