Pareja dueña de prestes pagará la luz de todo un pueblo en esta pandemia

“Quería que sea algo discreto, pero la información se hizo viral después de que los sacerdotes dieron a conocer la información a radio Turco”, reveló el benefactor de su tierra natal.
Cada 29 de junio, en ocasión de la festividad de San Pedro y San Pablo, los devotos de este municipio orureño rinden homenaje de fe y pleitesía a sus santos patronos, pero este año a causa de la pandemia, las actividades culturales deberán esperar por lo menos hasta 2021.
Los pasantes de la fiesta, Carlos Calle y Ruth Ignacio, decidieron protagonizar una celebración inédita y especial ante la imposibilidad de organizar el evento.

Hace más de cuatro siglos, en plena época colonial, cuenta la leyenda que San Pedro y San Pablo caminaban desde Cusco hacia las tierras del altiplano. Llevaban la misión de evangelizar a los pobladores de esa región mientras se desarrollaba el proceso de conquista.

En su camino pasaron por una región cercana al actual emplazamiento de la capital de la segunda sección municipal de la provincia orureña Sajama. En ese punto, los apóstoles de Cristo encontraron una plaga de serpientes y se establecieron en el sitio donde se establecería poco después el pueblo de Turco, a unos 160 kilómetros de la ciudad de Oruro.

En ese punto, los naturales del lugar levantaron un templo en el que se adora a los dos colaboradores de Cristo, quienes sentaron las bases para edificar la Iglesia católica en el mundo. Es una construcción monumental que pone en evidencia el talento de los constructores aymaras.

Desde el siglo I, las autoridades eclesiásticas definieron que el 29 de junio de cada año se celebre la Solemnidad Conjunta de los Apóstoles Simón Pedro y Paulo de Tarso, una de las fiestas anuales más importantes del santoral. Se estableció esa fecha porque es el aniversario de la muerte o el traslado de las reliquias de ambos.

El 29 de junio de 1957, el entonces presidente Hernán Siles Zuazo promulgó la disposición legal de creación de este municipio, fecha que coincide con el día de San Pedro y San Pablo.
“Cada año, nuestra fiesta es muy importante y atrae a por los menos unas 2.500 personas”, aseguró a EXTRA DIGITAL, Freddy Brian Mollo, alcalde de Turco.

Los rituales tradicionales se inician el 26 de junio con la kharida, que es una ceremonia en la que se ofrenda a las divinidades dos llamas para que las actividades festivas se desarrollen normalmente y sin incidentes. Posteriormente se sacrifica unos 10 ejemplares más, cuya carne se comparte con la comunidad. Todos comparten el alimento, algunas bebidas y bailan en un ambiente de cordialidad.
Al día siguiente, los vecinos cumplen otro acto ritual, dan tres vueltas en torno del templo que es de grandes dimensiones.

El 28 es el día destinado para hacer una ch’alla con una oveja y el 29 se realiza la peregrinación, en tanto que el 30 se hace la demostración, en la que las ocho a 12 fraternidades participantes bailan en demostración de fe y devoción.

El grupo más numeroso es Los Indomables, en el que baila la familia de benefactores, de Cochabamba, además —enumera el alcalde Mollo— de que participan los bloques La Paz, El Valle, Iquique, Arica, Argentina, Oruro.
Para comprender este fenómeno de representación nacional e internacional se debe considerar que uno de los distritos de Turco es Tambo Quemado, el principal punto fronterizo entre Bolivia y Chile, por donde se accede a las ciudades de Arica a Iquique.
Cada grupo contrata bandas del interior y el exterior del país. Es un espectáculo que atrae a, por lo menos, unas 2.500 personas.

Empero, como se mencionó, tales actividades no pudieron realizarse este año a causa de las restricciones impuestas para evitar los contagios de COVID-19, por lo que el matrimonio Calle Ignacio decidió invertir el dinero que había destinado a la fiesta en apoyar al municipio del que son originarios y cuyas tradiciones mantienen vivas y robustecen.

Al no poder contratar a los grupos musicales, ofrecer los banquetes, comprar los animales y financiar las actividades festivas, los esposos decidieron destinar ese dinero al pintado y la refacción general del templo de San Pedro y San Pablo, además de que pagarán el consumo de electricidad correspondiente al mes de junio para todos los hogares del área urbana turqueña. Mollo calculó que este trabajo demandó una inversión de aproximadamente 10 mil bolivianos.
“Nosotros compramos en bloque la energía a la Empresa Nacional de Electricidad y pagamos mensualmente por el consumo”, indicó la autoridad edil.

Cada mes, el municipio debe pagar de 12 mil y 13 mil bolivianos por este concepto. Los pasantes depositaron en principio un cheque por 10 mil bolivianos y se comprometieron a cubrir el saldo, cuando llegue la factura de ENDE.

Los preparativos para la gran recepción social comenzaron en enero y cuando llegó el carnaval, Calle tuvo la intención de encarar esa labor, pero por diferentes factores no pudo hacerlo, hasta que cuando llegó junio y se hizo evidente que no podría organizar el festejo con el que soñó, decidió mejorar el campanario, el frontis y el muro perimetral.
Los Calle-Ignacio residen en Cochabamba, donde dirigen una empresa constructora exitosa. “Desde hace mucho tiempo observé que la iglesia estaba en malas condiciones, necesitaba que se haga trabajos urgentes”, recordó Calle.

El Alcalde asegura que en el área urbana habitan entre 800 y 1.200 familias. “Como resultado de la pandemia, muchos residentes en otros distritos regresaron a Turco, por lo que la cantidad de habitantes se incrementó y muchos de ellos no tienen dinero para hacer frente a esta obligación, por lo que el apoyo de los pasantes es muy importante y será agradecido por todos”, afirmó.

En principio, refirió Calle tuvo la intención de distribuir raciones secas de arroz, fideo y azúcar, pero ante la imposibilidad de aglomerar personas, consultó a los sacerdotes oblatos que administran el templo, si ellos podrían distribuir esos alimentos, pero esa posibilidad planteaba la necesidad de movilizar a muchos con el peligro de que se infecten con el virus.

Además, en ese caso, la ayuda no hubiera llegado a todos por igual, cosa que sí sucedió con el pago del consumo de electricidad, apoyo que se complementará con un programa municipal de apoyo a sus vecinos.
Se dice que la fe puede mover montañas. Quien inventó esa expresión, no sabía que por fe también se puede beneficiar a muchas familias. Agencias