Patadas, puñetes y botellazos entre comerciantes del Correo y guardias

Comerciantes del Correo se enfrentaron ayer a los guardias de la Intendencia Municipal de Cochabamba con patadas, botellazos y puñetes en una campal pelea en la que la municipalidad intentaba retirar a quienes se instalaron nuevamente para vender.

Los guardias trataron de desalojarlos y esto encendió los ánimos de comerciantes que reaccionaron y empujaron a los funcionarios que al ser agredidos también se pusieron violentos.

Mientras los golpes y empujones se repartían indiscriminadamente, sobre la avenida Ayacucho se registraba otro hecho pues el “supuesto hijo” de una comerciante se encontraba en estado de ebriedad y repartía golpes a diestra y siniestra.

Este fue reducido por los guardias que le preguntaron de dónde provenía, solo alcanzó a decir que es hijo de una comerciante del Correo, pero los manifestantes se molestaron e intentaron que el sujeto quede libre. Entre todo el escandalo se escuchaba que esta persona habría sido contratada para hacer presión. Al final el hombre fue liberado.

En tanto, el director de la Intendencia, Enrique Navia manifestó que pedirán el apoyo de la Policía, aseveró que buscan apaciguar la situación y continuarán la reversión de puestos ilegales.

Sostuvo que la solución es la reubicación y sostuvo que jamás se intentó quitarles su fuente de trabajo. A mediodía el estado exacerbado de comerciantes y funcionarios ya se calmó, muchos de ellos se retiraron y algunos se quedaron haciendo vigilia.

Sobre la huelga de hambre que realizan, el funcionario dijo que ellos los estaban resguardando, pero que fueron sorprendidos cuando empezaron a vender.

Hoy a las 8.00 tendrían que instalar la mesa de diálogo para dar una pronta solución, Navia señaló que el comerciantado debe deponer actitudes ya que afirmó no será una reunión de amigos.

En relación a los precintos de clausura que fueron básicamente destruidos, sostuvo que esto tiene una sanción económica de 20 mil UFV.

Por su parte, los comerciantes indicaron que ya llevan un mes de vigilia, durante todo este tiempo no trabajaron y el bolsillo empieza a apretar, pues aseveraron que viven del día a día. “Estamos un mes de vigilia, sin trabajar vivimos del día a día” dijo una de las afectadas.