Cochabamba
Hay historias que estremecen, que inspiran, que nos recuerdan que detrás de cada rostro hay una lucha silenciosa y, muchas veces, heroica. Hoy, Bolivia escucha el testimonio de una mujer que desafió a la muerte más de una vez. Patricia Terrazas, enfermera de profesión y corazón, es una sobreviviente del temido Hongo Negro. Su historia no es solo de resistencia médica, sino también de amor inquebrantable y esperanza. Todo comenzó con lo que parecía un procedimiento dental rutinario. Era mayo de 2023. Patricia acudió a una consulta, sin imaginar que ese día recibiría un diagnóstico devastador: mucormicosis, conocida como Hongo Negro, una rara, pero agresiva infección que se presentaba por primera vez en el país. Pero su historia no comienza ahí. Patricia fue una de las muchas trabajadoras de la salud que estuvo en la primera línea durante la pandemia del Covid-19. “Durante la primera y segunda ola atendí muchos pacientes”, recuerda. Como enfermera, vivió de cerca el dolor, la incertidumbre, la pérdida… y lo hizo con la entereza de quien abraza su vocación con alma y cuerpo. El diagnóstico cambió su vida para siempre. El Hongo Negro avanzó rápidamente. Los médicos fueron claros: perdería el ojo, el paladar y parte del maxilar superior. Aun así, ella decidió luchar. “Mis hijos me advirtieron lo que me iban a hacer. Me dijeron que iba a perder el ojo”, cuenta con una serenidad que solo nace de la fe profunda.
Soportó tres cirugías. Tres veces entró a quirófano sin saber si saldría. “Abrazaba a mis hijos antes de entrar. Solo decía ‘que sea lo que Dios quiera’”. Su familia, su mayor soporte, no la dejó sola. Entre todos organizaron kermeses, rifas, buscaron ayuda como pudieron. “Nos hemos prestado bastante dinero… hubo momentos muy duros, donde a mi mamá le dio una depresión terrible”, relata su hija.
Hoy, Patricia necesita una última cirugía. Una reconstrucción que le permita volver a hablar con claridad, enseñar, y sobre todo, volver a trabajar. Volver a ser enfermera, la vocación que dio sentido a su vida.
“Lo que más deseo es volver a ejercer mi profesión. Quiero que mis estudiantes y pacientes puedan entenderme cuando hablo”, dice entre lágrimas. Patricia no solo quiere vivir, quiere volver a servir.
Su historia no es solo una historia de enfermedad. Es una lección de amor, de lucha, de entrega. Hoy, quien cuidó de tantos pacientes en los peores momentos, necesita de nosotros. Si quieres ayudar a Patricia, puedes comunicarte con sus hijos: 746-33815 (hija) / 783-07744 (hijo). Cuenta en el Banco Unión – Cuenta: 1-00000-3516-7514
La tormenta no ha terminado del todo, pero Patricia sigue en pie. Y con nuestra ayuda, podrá volver a sonreír, a enseñar, a sanar.
Agencias.