Pedófilo murió violado «para que sintiera lo que le hizo a 200 niños»

Pocos casos conmocionaron a los ciudadanos de Inglaterra como lo hizo el caso de Richard Huckle. Quien parecía un respetable maestro que dedicaba su tiempo libre a realizar misiones de caridad en países empobrecidos de Asia fue revelado, en 2014, como uno de los pedófilos con más víctimas de la historia. Su sentencia, sin embargo, fue reducida por la violenta acción de otro prisionero.

No es difícil imaginar por qué los medios del Reino Unido llamaron a Huckle «el peor pedófilo de Inglaterra». Al momento de su arresto, Huckle llevaba 9 años viajando regularmente a Malasia, donde se hacía pasar por maestro, fotógrafo y cristiano devoto para acercarse a los niños de las comunidades pobres que pretendía ayudar.

23 niños de comunidades cristianas pobres en la capital de Malasia, Kuala Lumpur, fueron identificados en 71 cargos. En su recuento personal, sin embargo, el abusador se «otorgó puntos» por el abuso de 191 niñas y niños. Huckle fue arrestado por funcionarios de la Agencia Nacional del Crimen cuando llegaba al aeropuerto de Gatwick camino a pasar la Navidad con su familia en 2014.

Los oficiales incautaron la computadora encriptada de Huckle y, aunque se negó a entregar las contraseñas, lograron descubrir 20,000 imágenes y videos indecentes, varios de los cuales compartía con otros pedófilos en la «dark web» junto a consejos para abusar de niños sin ser detectados. En publicaciones en línea, Huckle se jactó: «Los niños empobrecidos definitivamente son mucho más fáciles de seducir que los niños occidentales de clase media».

Dos años después de su detención, Huckle recibió una condena mínima de 25 años para reflejar el «aborrecimiento público» por una «campaña de violación» que se extendió por nueve años. El juez encargado de su juicio le dijo que era «muy raro en verdad» que un juez tuviera que sentenciar un delito sexual cometido por una persona en tal escala. Con un nuevo y permanente hogar en la prisión para hombres de categoría A ubicada en Full Sutton, Yorkshire, la historia de Huckle parecía haber recibido un merecido final. Sin embargo, no más de 3 años después de iniciada su sentencia, Huckle fue encontrado muerto en una de las celdas de la prisión.

Paul Fitzgerald, de 30 años, entró en la prisión donde contenían a Huckle tras ser hallado culpable de abusar sexualmente de un paseador de perros en 2009. Según se conoció en su juicio, el asesino planeó matar al pedófilo a principios de octubre de 2019 y lo llevo a cabo el 13 de ese mismo mes.

Para hacerlo ingresó a la celda de Huckle con armas improvisadas, hechas con un cepillo de dientes y un bolígrafo, y telas para inmovilizarlo. El ataque, que duró aproximadamente 80 minutos, incluyó estrangular a Huckle con una funda de cable eléctrico, insertar un bolígrafo en su cerebro a través de la fosa nasal y penetrar su ano con el mango de una cuchara, «para que supiera como se siente (un abuso sexual)».

A la hora de dar su testimonio, Fitzgerald confesó que su intención también era cocinar parte de la carne del torturado y comérsela, para luego ir a matar a otros reos, algo que finalmente no pasó porque «ya me estaba divirtiendo mucho». «Fue un acto de justicia poética», dijo el asesino en su declaración.

Fitzgerald, quien compareció en la audiencia por enlace de video, sonrió cuando recibió cadena perpetua y escuchó que deberá cumplir al menos 34 años de cárcel, poniendo un aparente punto final a una cadena de violencia y depravación que consternó a un país entero. Agencias