Ian Rubey tiene 31 años y está embarazado de 33 semanas lo que significa que, a lo sumo, sus hijos nacerán a comienzos de agosto. Vive en Puerto Madryn (Chubut). Es un varón trans, también es licenciado en Ciencias Biológicas, y así lo conocieron sus alumnas y alumnos del colegio secundario en el que trabaja.
Su deseo no era sólo gestar a sus hijos sino tenerlos por parto vaginal y amamantarlos y en ese trayecto llegó a comprender que nada de eso atentaba contra su masculinidad.
“Quería formar mi familia pero no se me ocurría pensar en gestar, precisamente porque lo asociaba con la idea de ser mujer”, desanda. “Yo estaba intentando apropiarme de mi identidad masculina y hacerla parte total y absoluta de mi vida, me estaba inyectando testosterona. No me cuadraba ni por casualidad que se podía ser hombre y estar embarazado, al contrario, sentía que iba a ir en desmedro de mi masculinidad”, le comenta a Infobae.
Que otros varones contaran y mostraran sus historias como padres gestantes fue, para él, la puerta de entrada a esto que es: un papá que gesta, un papá que va a dar la teta. Ian, entonces, empezó a seguir en las redes sociales a dos hombres trans españoles que estaban embarazados “y vi que por más que tuvieran una panza de 8 meses su identidad no cambiaba. Eran ellos, seguían siendo ellos”.
Era noviembre de 2021 cuando Ian decidió suspender la inyección de testosterona que le tocaba. Cuatro meses después recuperó su ciclo menstrual. Con un tratamiento de baja complejidad con esperma donado consiguió el embarazo anhelado.
Pero había más: “Yo no tenía pareja cuando empecé a pensar en ser padre, tampoco quería vincularme con alguien así, o sea, buscar a alguien solo para poder tener un hijo”, cuenta.
Tener un título universitario y dos trabajos (porque además de ser docente de Biología y Matemáticas, trabaja en la Secretaría de Educación, Cultura y Deportes de la municipalidad de Puerto Madryn) le aportaron la idea de autosuficiencia que necesitaba: yo puedo, solo también puedo. Agencias