Quemó vivos a sus dos hijospara vengarse de su exmujer

En una quinta familiar llamada Las Quemadillas, en las afueras de la ciudad española de Córdoba, alrededor de las cinco de la tarde, José Bretón cometió el delito más abominable que pueda llevar a cabo un ser humano. Mató a sus dos hijos: Ruth de 6 años y José de 2. En su llamada a emergencias a las 18.41 dijo llorando que los había perdido en el parque.
La búsqueda que comenzó con las autoridades pensando en un secuestro de un pederasta terminó, pocos días después, en la finca de la familia Bretón. En un rincón de la propiedad, en medio de los naranjos, se veían los restos de lo que parecía haber sido una enorme hoguera.
José Bretón nació en Córdoba, España, en 1973, en una familia de clase media. Estudió en un colegio religioso y, más tarde, se enroló en el ejército. Hasta ahí, era un chico como todos. En 1994 fue destinado a Bosnia. La experiencia fue pésima y eso lo llevó a dejar el ejército. Unos meses más tarde conoció a Ruth Ortiz, quien estudiaba veterinaria.
En el año 2002 se casaron y se trasladaron a Almería, primero, y a Huelva, después. En ese lapso de sus vidas nacieron sus dos hijos a los que les pusieron sus mismos nombres: Ruth y José. La primera llegó al mundo el 2 de octubre de 2005 y el segundo, el 10 de septiembre de 2009. Una clásica familia tipo de vida acomodada.
Si bien José tenía un coeficiente intelectual privilegiado, lo cierto es que su psiquis hacía agua por los cuatro costados.
Ruth le dijo al psicólogo Francisco Márquez Pérez que sentía que había estado viviendo con “un lobo con piel de cordero”. Le reconoció al profesional que sufría continuo maltrato psíquico y describió a José como un “machista, controlador, celoso y obsesivo”. Ruth había perdido la autoestima, tenía trastornos de la alimentación y del sueño y fue diagnosticada con depresión. José, por su parte, no podía tolerar que Ruth deseara una vida lejos de él. Matarla no era para él castigo suficiente. Por eso, ideó el peor de los flagelos: Ruth se arrepentiría para siempre y con toda su alma haberlo dejado. Mató a sus dos hijos.