Jorge Richter publicó en Urgente. bo un artículo titulado “Antes del fin” con el que parece despedirse del cargo de Vocero Presidencial y en el que hace conocer una serie de planteamientos para que el nuevo momento político transite entre el estado y el mercado, guiado por el objetivo de beneficiar principalmente a la sociedad.
Y consultado por Urgente. bo sobre si este artículo significa la despedida del cargo que ejerce desde hace tres años, Richter respondió: “Los últimos años de mi vida he pensado mucho en las formas que tenemos y debemos tener las personas para dirigirnos al otro, para dignificar el espacio en el que estamos. Es, sin duda, un esfuerzo continuado y diario, corresponde también empezar y saber despedirse del lugar donde estoy”.
En ese contexto, quien fuera Vocero Presidencial hasta el pasado viernes planteó algunos puntos que en su criterio pueden llevar a mejores derroteros a todo el país.
1. Entendí que las sociedades no pueden comprenderse por medio de un número. La complejidad de los acontecimientos que hoy signan la vida de los bolivianos en sociedad no está representada por una estadística referencial y menos por un número. (…) De forma solapada se gobierna, desde hace tantas décadas, con un marcado desinterés del sentir diario de la sociedad….
2. Los grupos de adulones tienen una rareza que los caracteriza: son extraordinariamente rápidos para florecer y su velocidad es absolutamente proporcional al daño que producen. Cercan a los decisores, los desconectan de la realidad y los mantienen anestesiados mientras ellos estrujan su espacio de poder. Entonces acá la reflexión, cuando todo resuena a crisis, a dificultades que no desaparecen, a complejidad y sensaciones de fracaso, es el momento de andar y caminar entre la gente, lejos de los comensales de la mesa chica. Pegarse al hombre y mujer de la calle, hablar con algún jubilado, conversar con los jóvenes, mirar los rostros de aquellos que si no entienden qué pasa sí viven lo que sucede….
3. Los dogmas tienen siempre el mismo final. El dogmático, en lo poco que conoce y sabe cae preso de una rigidez que lo conduce a la obcecación, cautivo de dos ideas solo divisa en su paisaje político lo blanco o lo negro, el amigo o el enemigo, el mercado o el estatismo. Un maniqueísmo envenenado que encorseta su actuar y al Estado en la imposibilidad de explotar el arte de la política: construir dialogando, dialogando para adaptar. Una frase muy borgiana advertía hace décadas: “solo los muertos y los tontos no cambian”. La infalibilidad y la arrogancia no guardan proporción con las lógicas societales que van mutando y modificando las realidades.
4. La democracia polarizada de hoy debe dejar de lado los apellidos que la desvalorizan sostenidamente -liberal, popular, capitalista, burguesa- para construir con perseverancia inagotable la democracia que iguala los derechos, las participaciones y la representación.
5. La democracia más fuerte es una democracia de diálogos y acuerdos entre quienes representan la diversidad de una sociedad plural y de distintos. La construcción de consensos asume un nuevo significante: hoy se comprende como gobernabilidad. El número de asambleístas preciso y necesario, entendiendo que quien lo tiene gobierna plácidamente y quien lo carece lo sufre de forma angustiante, es la instauración de la lógica de extorsiones y boicots. La plurinacionalidad debe expresarse ahora en una democracia de voces diversas, capaces de construir una convivencia pacífica entre bolivianas y bolivianos que van cambiando de forma permanente siendo la diversidad su esencia. Dialogar, concertar y acordar es el camino que requerimos con urgencia inmediata.
6. La economía posible para el tiempo venidero y para solventar el mal momento por muchos señalado, está en la reconducción y perfeccionamiento del modelo económico. Será permitido avanzar en un gran consenso nacional si pensamos en la necesaria asociación de mercado y regulaciones imprescindibles, empresas privadas y empresas nacionales estratégicas, seriedad fiscal y macroeconómica y reformas institucionales profundas en la organización del Estado. No es posible dialogar cuando te hablan desde la superioridad simplificadora. La economía de hoy es un mapa con rumbo necesario, una economía participativa y complementaria. De incentivos y entre todos. Agencias