Al menos 50 personas mueren en el departamento, muchos de ellos considerados como casos sospechosos de coronavirus.
Esta situación no solo crea zozobra entre la población, sino que pone en apuros al Servicio Departamental de Salud (Sedes), al Instituto de Identificación Forense (IDIF), a la Policía e incluso a las funerarias.
Las tres primeras instituciones deben hacer el levantamiento del cadáver, para después embolsarlo y posteriormente sea entregado a la casa funeraria que contrate la familia doliente. Sin embargo esto no siempre ocurre de esta manera por la falta de personal en estas instituciones.
DE 20 A 50 MUERTES DIARIAS
Juan Carlos Orellana, representante de la Asociación de Funerarias, explicó que antes se tenían que preparar de 15 a 20 difuntos para su sepelio, pero ahora esta cifra subió a los 50 diarios.
Señaló que en el departamento existen 100 casas funerarias, pero no todos atienden a los fallecidos por Covid-19 o que son sospechosos, porque se teme el contagio. Por lo que se ven sobrepasados para tanta demanda.
MEDIDAS DE BIOSEGURIDAD
Orellana señaló que diariamente ellos deben ir a las viviendas de los difuntos y embolsarlos antes de meterlos a sus ataúdes, cuando ese trabajo debía hacerlo la policía o el IDIF.
«Ahora tenemos que embolsar nosotros (los cuerpos) y es el peor riesgo» de contagio, declaró.
Lamentó que las autoridades los dejen a su suerte, que no les apoyen con ropa de bioseguridad o pruebas gratuitas de coronavirus. Además, señaló que se les aumentó las exigencias, no solo en tema de bioseguridad, sino que incluso existe más trabajas administrativas para el entierro de estas personas.
Por último, rechazó que el alcalde José María Leyes quiera imponer una tarifa de «Entierros Solidarios», cuando la vida de sus afiliados está en riesgo por el contacto con los difuntos, y al tratar de protegerlos gastan más de lo normal.