Tráfico de sueños: Futbolistas colombianos y la pesadilla que viven en la Llajta

Regresaron a Colombia un grupo de 11 futbolistas que juegan en varios equipos de la liga boliviana y que llevaban meses pidiendo apoyo del Gobierno para regresar al país. Ellos viajaron en un vuelo humanitario que trajo a 100 colombianos desde Bolivia pero que no alcanzó a repatriar a otro grupo de jóvenes futbolistas que durante estos meses a la deriva resultaron contagiados de Covid-19.

Entre los deportistas que lograron volver está Luis Carlos Arias Cardona que milita en el Nacional de Potosí, junto con Arias volvieron a Colombia: Cristian Bernardo Baldovino Sanabria, Andrés Mauricio Baldovino Sanabria, Cristian Saúl Bonilla Abreo, César Augusto Mena Mosquera, Duvier Orlando Riascos Barahona, Harold Reina, Humberto Segundo Osorio Botello, Jerson Jair Zagarra Meza, Oscar Andrés Castillo Quiñones y Mario Esteban Sarmiento Vivas.

Entre los deportistas varados en Bolivia hay un grupo especial, nueve jóvenes que viajaron a ese país con la promesa de ser profesionales y que fueron abandonados a su suerte en la ciudad de Cochabamba, quedando a la merced del virus pandémico que forzó a la mayoría de países del mundo a cerrar sus fronteras. Estos jóvenes fueron engañados por Édgar Humberto Ozuna, otro colombiano que se identificó ante ellos como representante de jugadores de fútbol y les aseguraba que los llevaría a Bolivia a probarse en equipos de segunda división para dar el salto a ser profesionales.

A Ozuna nunca lo conocieron y después de cobrarles unos 800 dólares por las gestiones, no se presentó a los lugares acordados. Cuando llegaron a Bolivia estuvieron en unos apartamentos alquilados por él pero de los que fueron expulsados por falta de pago. Además, jamás recibieron ni uno de los 200 dólares mensuales que supuestamente iba a ser su sueldo inicial, el cual iría aumentando de acuerdo con su rendimiento.

A la deriva, en un país extraño, contaron con la ayuda de la familia dueña del último lugar donde estuvieron, quien los puso en contacto con el sacerdote David Cardozo quien se ha convertido en su benefactor. Sin embargo, al poco tiempo se enteraron de que esa familia era portadora del virus y siete de los ocho jóvenes futbolistas terminaron contagiados también.