Tres generaciones de sepultureros acumulando historias escalofriantes

Priscila Pinell

Juan Carlos Camacho Borda, trabaja en el Cementerio General de Cochabamba hace 30 años y es la tercera generación de su familia que se dedica a cuidar el camposanto, pese a los escalofriantes hechos que acontecen en este.

Juan o “chinito”, como le llaman sus amigos empezó a trabajar a los 20 años, primero ingresó ad honoren y después lo contrataron. Hoy a sus 58 años es el trabajador más antiguo del cementerio. Ha visto, oído y sentido la presencia de almas, duendes, entre otros seres sobrenaturales.

“Creo que voy a ser la última generación que trabaja así, mi abuelo trabajó en el Cementerio Alemán, mi padre en el Cementerio General, y creo que conmigo termina este oficio”, aseveró.

Desde muy niño escuchó historias que le ponían los pelos de punta, por ello, prefería no preguntar a su papá sobre el trabajo, sin imaginar que un día terminaría haciendo lo mismo.

Son cientos de historias que existen en el camposanto, pero nunca se hizo una recopilación de estas y se van perdiendo en el tiempo, cada cuidador o sereno que pasó por el cementerio tuvo alguna experiencia digna de ser contada.

BLOQUE 58 UNA ZONA DE TERROR

Entre las historias que relató el “Chinito” esta la del bloque 58 que, es la de los maestros jubilados, en esta área, la presencia paranormal era muy fuerte, tanto así que, por las noches no se podía caminar por el lugar sin quedar paralizado. “El cuerpo se resistía y la mente también, había algo que no dejaba caminar”, contó.

Actualmente pasar por el bloque 58 ya no es tan pesado, porque los mausoleos fueron reconstruidos, pero al derribar toda la estructura un escalofriante descubrimiento dio luces del porqué de la energía pesada en el lugar, pues se encontraron 25 fetos enterrados.

SE DEBE EVITAR LAS ALMAS

“No hay que tener miedo a los muertos, más que a los vivos”, es un dicho que no necesariamente llega a ser verdad según Juan que, recordó que su abuelo le decía que las almas pueden matar. “Por eso al doblar una esquina en lugares vacíos siempre hay que estornudar o dar un silbido, hay que hacer ruido”, dijo.

ESPÍRITUS DE NIÑOS

En el cementerio hay un lugar donde esta edificada una capilla, según el relato de los cuidadores por las noches salen niños a jugar alrededor de un árbol, pero al percibir la mirada de los panteoneros se escapan a jugar en otro lado.

ZONA DE DUENDES

Otra de las apariciones que sorprende a los serenos, son los duendes, los cuales nunca fueron vistos de frente.

Quienes vieron a los hombrecillos, contaron que son chiquitos y flaquitos, pero llevan sombreros grandes. Los pequeñines aparecen para jugar, incluso molestan a los “vivos”. “Para evitar los problemas con los chiquitines lo mejor es hacerse a un lado”, recomendó Juan.

Con todas las apariciones de almas fantasmas y duendes muchos de los cuidadores no aguantaron y dejaron el trabajo.

Tankara un alma con rumbo desconocido

Una de las leyendas del cementerio que, no tiene muchos años es la de los milagros de “Ariel Tankara”, quien murió en una matanza en el penal del El Abra en 2014 y es recordado por imponer un régimen de tiranía en el recinto

El Tankara ya fue exhumado y la familia se llevó sus restos, pero mientras estos reposaron en el camposanto muchas personas creían que hacía milagros.

Los mitos en relación a él nacen con uno de los cuidadores que contó que, mientras hacía la limpieza el alma desde su tumba le arrojaba flores, piedras o tenía la sensación de que alguien lo observaba. Después de que los rumores corrieron los devotos comenzaron a poner flores y velas a cambio de un favor.

Incluso dejaban monedas de dos y cinco bolivianos, las cuales, eran para el almuerzo del “Chinito”. “Yo era el más antiguo, entonces tenía derecho a las monedas y le decía gracias ‘Tankarita por mi almuerzo”, contó entre risas.

Almas olvidadas

Si bien, existe temor a las almitas en el cementerio existe la zona de las “almas olvidadas”- un lugar- en que el miedo se desvanece gracias a la expectativa de los favores que las personas esperan recibir de aquellos difuntos enterrados en una fosa común.

Indigentes y personas de escasos recursos están enterradas en esta área, no hay lápidas ni nombres, pero si, flores y plaquetas de aquellos que se hicieron devotos de alguna de estas almas que, generosamente les hicieron un “milagrito”.

“Por el favor recibido, ponen su nombre en una plaquetita, es una ofrenda de agradecimiento, muchos deseos seguro se cumplieron”, explicó Juan.

Una pareja fantasmal

Uno de los serenos quedó petrificado ante la espeluznante aparición que tuvo mientras trabajaba. El cuidador escuchó la discusión de una pareja, la mujer le reclamaba que llegó tarde. “Porque tardaste tanto, ahora vamos de una vez”, dijo el espectro femenino.

El sereno que presenció la discusión fue tras ellos, porque pensó que pretendían hacer algo “indecente” ya que se dirigieron a una casucha, pero quedó pasmado al ver que la pareja atravesó la pared, corrió al lugar tocó el muro quiso ingresar, pero se dio cuenta que era una locura intentar atravesarlo.

El joven esperó a que llegue don Juan, le contó la historia y nunca más regresó.