El suceso se dio en el medio tiempo del juego. Mientras los equipos se estaban preparando para continuar el partido, el robot se tomó el área de juego y encestó con un tiro directo. Acto seguido retrocedió para alcanzar un balón más y, desde la mitad de la cancha, anotó un tiro limpio de tres puntos como si nada.
Si bien muchos creerían que se trataba de una amenaza del futuro robótico y el primer paso de los autómatas para reemplazar a los humanos, en realidad fue una creación especialmente desarrollada para conmemorar las olimpiadas que se están realizando en Tokio.
No fue sino hasta 2019 y una versión mejorada del robot, llamada CUE3, que el equipo de trabajadores japoneses batió el récord de “la mayor cantidad de tiros libres consecutivos de baloncesto realizados por un robot humanoide (asistido)”. El robot acertó 2.020 tiros libres en seis horas y 35 minutos, deteniéndose en esa cifra a modo de referencia hacia los próximos Juegos Olímpicos de Tokio.
La forma en que funciona CUE3 en específico es elaborando un mapeo en 3D del área de la cesta usando un grupo de sensores que tiene en el torso, una vez identificada la superficie ajusta los motores de sus codos y rodillas para adoptar la posición correcta y finalmente hacer el lanzamiento, imitando el movimiento de un jugador profesional.
Lo más impresionante de la tecnología detrás de CUE es la computación y el procesamiento de información en tiempo real que sus creadores han identificado como “retroalimentación visual”, lo que le permite hacer los movimientos necesarios en el momento exacto y con la mayor precisión.
Este nivel de robótica es bastante impresionante y con unos cuantos años más podría determinar el movimiento humanoide más convincente conocido. Aunque por ahora los jugadores de baloncesto no tienen qué temer, pues aún es demasiado lento para jugar lo suficientemente bien en un partido oficial.