El incremento de casos de gripe abre el debate sobre el uso de los ‘barbijos’

Agencias
El aumento anticipado de casos de gripe en el Reino Unido volvió a colocar en el centro del debate una herramienta que marcó la vida cotidiana durante la pandemia: los barbijos.
Con hospitales que registran un incremento sostenido de ingresos y autoridades sanitarias que piden prudencia frente al invierno, la pregunta reaparece con fuerza: ¿sirven realmente los barbijos para frenar la propagación de la gripe en la comunidad?
La inquietud afecta tanto a la población general como a los responsables del sistema de salud. Mientras algunos referentes del Servicio de Salud Británico (NHS) alientan su uso en espacios públicos ante síntomas respiratorios, la evidencia científica ofrece un panorama menos categórico.
Un análisis publicado por The Conversation, realizado por Paul Hunter, profesor de Medicina de la Universidad de East Anglia y consultor de la Organización Mundial de la Salud (OMS), revisó décadas de estudios y aportó un diagnóstico claro: los datos sobre la eficacia de los barbijos frente a la gripe siguen siendo débiles.
La preocupación sanitaria se apoya en cifras concretas: los casos de gripe comenzaron a aumentar antes de lo habitual y superan los niveles esperados para esta etapa del año.
Aunque las hospitalizaciones se mantienen en rangos moderados, el número de ingresos diarios muestra una tendencia ascendente, lo que alimenta el temor de un invierno especialmente exigente para el sistema de salud británico.
Actualmente, circula una cepa de influenza A, identificada como H3N2, subclado K. Según detalló Hunter, probablemente apareció primero en Estados Unidos y luego se propagó a escala global, extendiendo la temporada de gripe en Australia y Nueva Zelanda y adelantando su inicio en Europa.
Una diferencia relevante respecto de la cepa incluida en la vacuna de este año implica que la inmunización podría resultar menos eficaz para prevenir la infección, aunque sigue ofreciendo protección frente a cuadros graves.
El debate también queda reflejado en los mensajes institucionales. Daniel Elkeles, director ejecutivo de NHS, indicó que, si una persona tose o estornuda, “debe usar un barbijo cuando esté en espacios públicos, incluido el transporte público, para evitar transmitir su virus”. Desde el gobierno británico, un portavoz sugirió considerar el uso de barbijo en esas circunstancias, sin establecer una obligación.
Estas diferencias responden, en parte, a la falta de consenso científico sólido sobre el impacto de esta medida frente a la gripe estacional.
Antes de la pandemia del COVID-19, numerosos estudios analizaron el uso de barbijos contra virus respiratorios.
De acuerdo con el análisis de Hunter, las revisiones más exhaustivas concluyeron que, en general, los barbijos tenían poca o ninguna influencia en la propagación de la gripe, tanto en hogares como en espacios públicos.
Tampoco se hallaron pruebas firmes de que los N95 ofrecieran ventajas claras sobre los quirúrgicos en uso cotidiano; sin embargo, esta conclusión surge de evidencia limitada.

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