Rinitis alérgica en primavera: ¿cómo ‘reconocerla’ y aliviar sus síntomas?

Agencias
La llegada de la primavera trae consigo el florecimiento de plantas, el aumento de pólenes en el aire y también el repunte de cuadros de rinitis alérgica, una afección crónica que se intensifica en esta época del año. Se trata de una reacción de hipersensibilidad en la mucosa nasal causada por la exposición a partículas presentes en el ambiente, que provoca molestias persistentes y, en algunos casos, complicaciones respiratorias.
“Las personas afectadas por rinitis alérgica tienen que estar en ambientes bien ventilados donde se evite la acumulación de polvo o usar barbijo el tiempo que estén expuestos al polvo o a los pólenes de las plantas”, recomienda Gabriel Mendoza, médico patólogo y docente de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
La rinitis alérgica puede tener un origen genético o ambiental. Mendoza explica que el primer factor está relacionado con la predisposición hereditaria: “es hereditario y predisponente, lo que hace susceptible a una persona a que tenga alergia en cualquier momento de su vida”. El segundo es la exposición a alérgenos como pólenes, ácaros del polvo, hongos de la humedad o epitelios de animales, que generan hipersensibilidad tras el contacto repetido.
Durante la primavera, los pólenes liberados por árboles y flores se convierten en el desencadenante principal. Sin embargo, los ácaros del polvo y otros alérgenos domésticos pueden afectar en cualquier estación, especialmente en espacios húmedos o con acumulación de suciedad.
Los síntomas más frecuentes incluyen congestión nasal, secreción acuosa, estornudos repetidos, picazón en nariz y ojos, lagrimeo constante y obstrucción persistente. También pueden presentarse cuadros de conjuntivitis, urticaria o incluso asma bronquial. Mendoza advierte que, a largo plazo, la rinitis no tratada puede derivar en sinusitis crónica o la formación de pólipos nasales, que en casos extremos podrían volverse malignos.
La intensidad de los síntomas puede afectar de manera considerable la calidad de vida, generando fatiga, dificultades de concentración y bajo rendimiento escolar o laboral. Por eso, es fundamental diferenciarla de un resfriado común: mientras este último desaparece en pocos días, la rinitis alérgica se mantiene en el tiempo.
TRATAMIENTOS
Un diagnóstico realizado por un especialista en alergias es el primer paso para controlar la enfermedad. Según Mendoza, las pruebas cutáneas permiten identificar los alérgenos específicos a los que reacciona el paciente.
En cuanto al tratamiento, los antihistamínicos son la primera línea de defensa, ya que bloquean las sustancias que provocan la reacción alérgica. Pueden administrarse en comprimidos, inyecciones o junto con corticoides en casos de síntomas graves.
“El uso de corticoides debe ser controlado, ya que son antiinflamatorios muy potentes. Cuando se utilizan, hay que iniciar con dosis bajas y bajo supervisión médica estricta”, enfatiza Mendoza. Un abuso de estos fármacos puede generar efectos secundarios cutáneos y, en casos severos, síndrome de Cushing.
Otros tratamientos recomendados por especialistas incluyen los corticoides tópicos en spray nasal, los antileucotrienos, las soluciones salinas hipertónicas para limpiar la mucosa y, en situaciones resistentes, la inmunoterapia con vacunas específicas.
Cabe resaltar que la rinitis alérgica no se cura con cirugía, aunque procedimientos médicos pueden ser necesarios para tratar complicaciones derivadas, como desviaciones del tabique o pólipos nasales.
CUIDADOS
Además de tratamientos médicos, existen medidas de autocuidado que ayudan a reducir los síntomas.

  • Lavar con frecuencia la ropa de cama, cortinas y superficies que acumulen polvo.
  • Secar la ropa en interiores para evitar que se impregne de polen.
  • Ducharse y cambiarse de ropa al volver del exterior.
  • Mantener cerradas las ventanas durante los picos de polinización.
  • Usar gafas amplias para reducir el contacto ocular con alérgenos.
Salir de la versión móvil